Hablamos de ‘workplace’ desde el Facility Management y tenemos presente en qué lugares, domésticos o de otras tipologías, hemos trabajado durante la pandemia, y también en qué lugares trabajaremos a partir de ahora si nos fijamos el objetivo de trabajar más cerca del lugar donde se vive, para evitar desplazamientos contaminantes y para mejorar la conciliación de la vida laboral y familiar, ganando el tiempo dedicado a estos desplazamientos.
Esto me recuerda la canción In my life de The Beatles que en su inicio nos habla de lugares donde transcurre la vida: “Hay lugares que recordaré toda la vida, algunos han cambiado para siempre pero no para mejor, muchos ya no están y otros todavía existen, estos lugares guardan momentos…”.
Los espacios de nuestra vida están cambiando en función de los cambios tecnológicos que determinan cómo viven simultáneamente las seis generaciones que los compartimos: la tradicional o silenciosa, la del Baby Boom, la Generación X, los Millennials, los Centtenials y la Generación Alfa, los que están hoy por debajo de los 8 o 10 años (más o menos como la configuración de la tabla expuesta abajo).
Hoy tenemos en nuestro entorno lugares que desaparecen, como las oficinas bancarias, donde las generaciones de los Millennials y los Centtenials ni van ni se les espera, y donde en 2022 es normal encontrar locales de 500 metros cuadrados atendidos por una sola persona.
Lugares que se transforman como las oficinas-coworking y los workplaces, tanto empresas como profesionales o showrooms de marcas comerciales empiezan a compartir espacios, permitiendo modular distancias entre residencia y trabajo, teniendo mayor dispersión de centros y donde se puede entrar en sinergias con otras organizaciones, lo cual favorece tanto el trabajo como la relación, la posible ‘cocreación’ en sectores complementarios y la sensación de no aislamiento.
Lugares que nacen, como los coliving-hotels, un buen ejemplo de futuro nacido de la pandemia que mejora la ocupación en ciertas temporadas, y que permite a trabajadores desplazados, por periodos superiores al mes y por debajo de los 12 meses, vivir en un hotel y no en un apartamento, con más eficiencia en la concentración de costes /servicios.
También en esta relación, que dispone de muchos más ejemplos y que requiere un estudio más detallado, podemos incluir los ‘lugares virtuales’ como el Home workplace, un espacio dentro del concepto que, aunque no es nuevo, actualmente está monopolizado por la palabra ‘metaverso’, que tiene muchas diferentes aplicaciones.
Este espacio de trabajo virtual, adaptado para compartir trabajo con el equipo habitual y con los objetivos planteados, nos permite entrar en oficinas o lugares ideales donde compartimos espacios, documentos, diálogos, paisaje, etc.; y facilita la efectividad del teletrabajo compartido, la supervisión compartida del mismo y la efectividad. En un análisis de tendencia de los lugares de trabajo, en un debate con los alumnos y alumnas de la 9ª edición del posgrado en FM de la Escola Sert del Colegio de Arquitectos de Cataluña -excelentes profesionales de la gestión de espacios y también usuarios de sus itinerarios personales entre espacios domésticos y de trabajo-, pone de relieve que los lugares de trabajo deben diseñarse y gestionarse pensando en las nuevas demandas, en la salud física y mental, en las necesidades de las personas y en la flexibilidad en cuanto a capacidad de adaptación.
El espacio de trabajo, el ambiente laboral, los procesos, la manera de gobernar deben ser factores que eviten la sensación de querer huir del lugar de trabajo. Los edificios deben facilitar la relación entre las personas, sean del equipo o de otros colectivos con los que se comparta el espacio o la gestión, y deben provocar con sus estrategias de diseño el contacto con la naturaleza, con el espacio exterior, con un mundo más orgánico y conectado.
Es importante no dejar de tener claro que la situación ideal es tener el workplace cerca del lugar de residencia y que las nuevas tecnologías nos permiten, no sólo el hecho de teletrabajar sino diseñar nuestro escenario urbano de modo que tengamos cerca de casa espacios alternativos compartidos y espacios virtuales efectivos para trabajar descentralizadamente.
También esta diversidad, la capacidad de compartir, socializar y la mayor efectividad y afectividad de los espacios y planteamientos de sostenibilidad real y sostenida van a permitir satisfacer y retener el talento de las nuevas generaciones y gestionar mejor su mayor rotación respecto al trabajo como el concepto del workplace.
En conclusión, deberíamos hablar de Lifeplace para ser conscientes de que hay que diseñar y gestionar con el mismo criterio cualquier lugar que forme parte de nuestro escenario diario, la casa, la escuela, el transporte, el workplace y los distintos sitios en donde una modalidad de trabajo en remoto pueda desarrollarse.
En la relación diseño y gestión que nos lleva a proyectar pensando en el ciclo de vida útil, los edificios deben responder a una mezcla de tipologías que complementen y mejoren las cualidades y posibilidades de los espacios, haciéndolos válidos para adaptarse a usos diversos, a la incorporación de nuevos servicios y a mejoras de la gestión.
En cuanto a las localizaciones debemos pensar en un sentido amplio en compartir espacios para reducir distancias físicas y crear sinergias entre personas y sectores.