Las ciudades inteligentes lo son porque en base a su hoja de ruta, al cambio de concepto que han sufrido, permiten tomar mejores decisiones y, por supuesto, se ayudan de la tecnología.
“Desde 2007, más de la mitad de la población mundial ha estado viviendo en ciudades, y se espera que dicha cantidad aumente hasta el 60 por ciento en 2030”, nos explica Enrique Carrero, vicepresidente de IFMA España y director de la Comisión de Smart Cities.
“Las ciudades y sus áreas metropolitanas se constituyen en centros neurálgicos del crecimiento económico, que contribuyen al 60 por ciento aproximadamente del PIB mundial. Sin embargo, también representan alrededor del 70 por ciento de las emisiones de carbono mundiales y más del 60 por ciento del uso de recursos que consumimos anualmente de un planeta sobreexplotado a más de 1,5 veces su capacidad de renovación anual”, prosigue.
Carretero nos informa de que, sobre todo en los últimos 20 años, en todos los foros vinculados a la ciudad, infraestructuras y la edificación, se habla de la conciencia medioambiental necesaria para frenar la situación climática y los problemas de habitabilidad. Sin duda alguna, estos dos retos resultan ahora evidentes con la crisis sanitaria producida por el Covid-19. Según las cifras que maneja el vicepresidente de IFMA España, las urbes sufrirán un aumento de la población “que se estima llegará a los 5.000 millones de personas en el año 2030”.
De esta manera, las ciudades inteligentes deben enfrentarse a adaptar los espacios, haciéndoles más sostenibles desde el punto de vista medioambiental, social y económico.
Alberto Vales, director de la Unidad de Negocio de Control, Fuego y Seguridad (BMS) en Johnson Controls, cree que la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 a nivel global, que ha sacudido a la sociedad, “ha puesto de manifiesto que la protección de la salud y el bienestar de los ciudadanos son ahora, más si cabe, aspectos prioritarios entre los planes y desafíos que deben abordar las denominadas ciudades del futuro”.
En su opinión, “la digitalización y la conectividad en los edificios inteligentes o Smart Buildings juegan un papel fundamental a la hora de hacer frente a nuevos y complejos retos como la seguridad y protección sanitarias, al mismo tiempo que ofrecen e impulsan otros beneficios como la eficiencia y la sostenibilidad”.
La digitalización, la herramienta
La transformación digital lo está cambiando todo, y se ha posicionado como el instrumento posibilitador de mejoras increíbles. La pandemia ha acelerado su implantación y hemos podido comprobar cómo ha sido, y aún es, de gran ayuda para gestionar ciudades inteligentes.
Desde IFMA España nos ponen un ejemplo: “Las posibilidades que ofrece la tecnología para monitorizar y analizar la movilidad en las ciudades se convierte en una herramienta única para luchar contra pandemias como el Covid-19”. Para Enrique Carrerero, “la inversión en transformación digital puede ser muy diversa, por lo que conviene que esté alineada con la visión y la estrategia de la ciudad, esté adecuadamente priorizada en la hoja de ruta, y sea evaluada en sus logros y contribuciones a la ciudad en los tres aspectos que hemos comentado anteriormente: medioambiental, social y económico”.
Hay muchas oportunidades y mejoras que alcanzar con la tecnología, que nos explican desde IFMA España: la mejora en la generación y provisión de energía, su eficiencia, la mejora de la gestión de los servicios, el mantenimiento y conservación, la movilidad, el reciclaje, etc. Pero nos advierten de que muchas de estás oportunidades necesitan, en primer lugar, resolver otros desafíos previos.
“La administración de datos en tiempo real, que favorezca una gestión sostenible de los servicios, ha sido identificada ya por muchas ciudades como un área de oportunidad”, concluyen.
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