La movilidad urbana es una actividad fundamental en el desarrollo de una ciudad sostenible, entendido este concepto como una urbe que busca facilitar el desplazamiento y acceso de sus ciudadanos a sus lugares de trabajo, centros médicos, domicilios, zonas de ocio, etc.; al mismo tiempo que este servicio es responsable con el entorno y el medio ambiente.
La movilidad urbana sostenible e inteligente se convierte en uno de los ejes en los que trabajan las administraciones de las ciudades, municipios y territorios que quieren convertirse en ciudades inteligentes, ya que ésta es una de las áreas prioritarias de actuación (como la gobernanza, seguridad, energía, ciudadanos y entorno), que dotan a las ciudades de las características necesarias para cumplir con los parámetros que definen a una Smart City (Ciudad Inteligente).
Por otro lado, la Comisión Europea ha establecido dos objetivos respecto a la movilidad urbana: eliminar gradualmente los coches con combustible diesel de las ciudades desde la actualidad hasta 2050; y realizar una transición hacia una movilidad urbana de emisiones cero en las grandes ciudades hasta 2030.
No en vano, como nos explica Antonio Rodríguez, coordinador de Comunicación de la Asociación de Transportes Urbanos y Metropolitanos – Atuc Movilidad Sostenible, “la movilidad es uno de los factores más importantes en la vida de una ciudad, ya que nos permite el acceso a nuestros puestos de trabajo, centros médicos y de servicios o lugares de ocio. Por eso, una ciudad debe garantizar esa movilidad, porque la gente necesita llegar a esos sitios”.
“Es claramente prioritario”, comenta Elena de la Peña, subdirectora general técnica de la Asociación Española de la Carretera (AEC). “Se trata de uno de los mayores retos de las grandes urbes en el momento actual. Siempre lo ha sido, pero, si cabe, de una manera más clara en los últimos años”.
Desde la AEC se prevé que en “tan solo dos décadas, algo más del 60 por ciento de la población mundial vivirá en auténticas metrópolis, pero las condiciones en que se habite en ellas dependerá de la resolución de los problemas de sostenibilidad asociados a la superpoblación, tanto en el aspecto económico como en el ambiental”. En este escenario, entra en juego la movilidad eficiente que, según la Asociación Española de la Carretera, “debe permitir reducir atascos, contaminación y tiempos perdidos frente al volante. Solo así será posible disminuir los gastos que estos problemas ocasionan, incluidos los costes sanitarios (por accidente o por enfermedades asociadas a la polución)”.
Entre las estrategias puestas en marcha para alcanzar los objetivos, se encuentra la idea de fomentar la ‘multimodalidad’, que es además lo que ha dado forma al lema que tuvo la Semana Europea de la Movilidad: Combina y muévete. Se trata de promover la idea de escoger distintos modos de transporte para el traslado entre distintas zonas urbanas. Desde la Comisión Europea definen la ‘multimodalidad’ como: “Uso de distintos modos de transporte en el mismo viaje”, y se refieren a mercancías y pasajeros.
En la actualidad, en las zonas urbanas, el ciudadano tiene a su disposición una gran cantidad de opciones tanto motorizadas como sin motor (coche o bicicleta, por ejemplo), públicas y privadas, tradicionales o modernas (autobuses, tranvías, metro, trenes o coches compartidos, plataformas de reserva de medios de transporte), que posibilitan y facilitan este nuevo planteamiento. Para atuc ésta es la forma de abordar la nueva movilidad urbana y sostenible: “La forma de hacerlo es apostar firmemente por un sistema multimodal en el que el transporte colectivo funcione como elemento integrador que garantice la accesibilidad universal, trabajando de forma coordinada con otros modos complementarios como los coches o motos compartidas o la bicicleta. Las ciudades con mayor calidad de vida son las que dedican sus espacios públicos a las personas y no a la mera circulación de vehículos. Actualmente más del 80% del espacio público se dedica a este cometido. Si queremos una ciudad con más parques y espacios peatonales, unos barrios con menos ruido y menos contaminación, y por lo tanto más saludables, es imprescindible reducir el número de coches y apostar firmemente por los medios de transporte colectivo y los compartidos”.
La tecnología al servicio de la movilidad
La irrupción de las nuevas tecnologías, como en otros sectores, resulta relevante. Sin embargo, según nos comenta Elena de la Peña, “la evolución de la movilidad ha ido muy por detrás de la evolución de la tecnología. Aunque es cierto que las nuevas tecnologías relacionadas con el transporte de personas y mercancías han experimentado un auge jamás visto, su aplicación práctica no ha alcanzado los niveles que se podría esperar”. Un ejemplo que destaca es el uso del coche eléctrico, el cual aún “no termina de despegar por la falta de confianza del consumidor en cuanto a las posibilidades de recarga de las baterías”. Aunque si bien, no hay que ser pesimista, los avances hechos están siendo muy beneficiosos y, nos asegura que, “en poco más de una década hemos visto cómo se desarrollaban sistemas de información para el conductor (¡qué haríamos hoy sin el navegador del coche!) y el usuario de transporte público: paneles de mensaje variable, gestión de flotas, seguimiento de mercancías, etc.”. En este sentido, “cabe destacar, desde el ámbito de la carretera, el sector de la gestión del tráfico, que en España tiene una enorme experiencia en el despliegue de tecnología en la carretera y su uso para mejorar la movilidad. Tecnología y saber hacer, que se han exportado a muchos países del mundo”, concluye.
Asimismo, la tecnología en el trasporte público ha supuesto una herramienta “indispensable” –remarca Antonio Rodríguez de atuc-, que permite garantizar la regularidad del servicio y atender de forma rápida y eficiente las incidencias que puedan surgir. También ofrece a los viajeros información en tiempo real que les permite planificar mejor sus viajes. “También, la implantación del mantenimiento predictivo, que permite monitorizar multitud de factores de los vehículos, facilita la detección de posibles averías antes de que éstas sucedan, de manera que la gestión de las flotas es mucho más eficiente”, insiste Rodríguez.
En España ya podemos hablar de casos de éxito en este sentido. Por ejemplo, siendo uno de los retos del transporte público el eliminar posibles barreras de acceso (que no tienen que ser siempre físicas), se ha resuelto el obstáculo que supone percibir el servicio de transporte como ‘complicado’. Hay usuarios que desconocen las rutas o no saben cómo llegar a un sitio; también las formas de pago o las distintas tarifas. En este caso, “la tecnología ayuda a eliminar estas barreras. Hay dos experiencias recientes que son dignas de destacar. En relación con la información, la EMT de Madrid ha puesto en marcha una plataforma de datos abiertos que integra todos los modos de transporte de la ciudad, tanto colectivos como individuales, e indica en tiempo real cuál es la mejor forma de llegar a un destino. Y sobre el pago, en la isla Tenerife está en funcionamiento un sistema de pagos a través del teléfono móvil que es tan sencillo que el 30% de los usuarios del tranvía ya lo usan como medio habitual. La implantación de este tipo de herramientas «abre las puertas» a más usuarios, lo que repercute directamente en una reducción del tráfico privado”, nos informa Rodríguez.
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