En un entorno en el que casi todo comienza a ser digital, la tendencia es a banalizar el concepto de “Smart” y todo a nuestro alrededor pasa a llevar este prefijo, que si lAs Smart-phones, Smart-TV, Smart-banks, coches Smart y entre tanto los Smart Buildings y, por supuesto, el cambio de las ciudades para convertirse en Smart Cities.
La tecnología está cambiando todos nuestros medios para facilitarnos la innovación, convertirnos en entes digitales y conseguir que podamos tener todo al alcance de un click, toda la información a mano y en tiempo real de lo que hacemos y gestionamos para conseguir acertar en nuestra toma de decisiones. Una inmediatez en beneficio de nuestra actividad, ya sea, como gestores de edificios y activos físicos o como gestores responsables de las ciudades, cuyos modelos de Facility Management no tendrán más remedio que evolucionar.
Así como las empresas deben ser competitivas y abrirse un hueco o posición en el mercado, las ciudades están dando un giro y tienen que convertirse en algo más, para generar valor a sus ciudadanos o usuarios y ofrecer todos los productos y/o servicios necesarios para el desarrollo de sus funciones. Extrapolando el término “experiencia de usuario”, ofrecer lo que podríamos llamar una nueva “experiencia ciudadana”. Las ciudades ya no pueden ser entes estáticos donde la gente sólo se adapte a vivir, deben ofrecer opciones de mejora continua que generen valor y hagan que sea un lugar comparativamente mejor para vivir, sostenible, que atraiga talento, que ofrezca confianza en el futuro de calidad de vida, abriendo paso a la innovación, la resiliencia y que en consecuencia, atraiga la mejor inversión para contribuir a su desarrollo sostenible.
El Facility Management es una disciplina que puede convertirse en una herramienta estratégica y de valor añadido para la gestión de los nuevos modelos de ciudad que los ciudadanos demandan
Todo esto suena muy bien, pero requiere de un cambio abrupto de los modelos de gestión para conseguir un efecto sustancial. Los modelos convencionales de gestión de las ciudades, en su gran mayoría, están caducos y no siguen ninguna estrategia a largo plazo, ni modelos bien reflexionados de creación de valor para el entorno ciudad y sus ciudadanos. Simplemente suelen cumplir con el expediente de mantenimiento y servicios generales y poco más. Lo que se necesita en realidad es implantar nuevos modelos de servicios y modelos transparentes de contratación de los mismos, que a su vez permitan mecanismos para introducir la innovación, evitando excesivas rigideces contractuales, cuando no estén motivadas y facilitando la inversión. Su posterior gestión como palanca de desarrollo continuo también resulta crucial. Aquí ya no solo hablamos de una gestión eficiente de los activos y de todos los servicios que puedan necesitar para que se mantengan operativos y no pierdan valor, también se deben implantar proyectos de eficiencia energética y sostenibilidad, modelos de gestión de los activos físicos de la ciudad (Asset Management), de gestión eficiente de proyectos, de gestión inmobiliaria y de innovación en servicios diferentes y evolucionados. Y además conjuntándolos y aprovechando las sinergias entre ellos, para que se conviertan en palanca de mejora.
No todo en el desarrollo de las ciudades compete a Facility Management, se deben relacionar muchos otros servicios, de todo tipo, que puedan generar ese orden institucional y consigan afianzar a la ciudad como un entorno adecuado para vivir, trabajar, crear, innovar, disfrutar, etc. Recientemente, ha sido publicada la clasificación NIZA de Servicios, en donde se desglosa su clasificación por áreas de todo tipo y se consigue tener un orden lógico de acuerdo a las necesidades que plantea la Unión Europea en su objetivo profesional y económico para 2020, y que a su vez deja de manifiesto su Directiva 2006/123/CE del Parlamento y Consejo Europeo del 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior
En la Norma UNE 178201, se define como: “Una Ciudad Inteligente es una ciudad justa y equitativa centrada en el ciudadano que mejora continuamente su sostenibilidad y resiliencia aprovechando el conocimiento y los recursos disponibles, especialmente las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), para mejorar la calidad de vida, la eficiencia de los servicios urbanos, la innovación y la competitividad sin comprometer las necesidades futuras en aspectos económicos, de gobernanza, sociales y medioambientales”. Por lo tanto, es necesario establecer una métrica que permita medir el grado de evolución de las ciudades, desde dos perspectivas: a lo largo del tiempo en la propia ciudad, así como en comparación con otras ciudades. Para el establecimiento de esta métrica la Norma indica que deben de ser tenidos en cuenta:
A. Que ámbitos son aquellos en los que se desarrolla una Ciudad Inteligente: economía, gobernanza, entorno, movilidad, sociedad y bienestar.
B. Cuáles son los ámbitos para los que se van a establecer las métricas. Estos son los siguientes:
- Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones.
- Sostenibilidad medioambiental.
- Productividad.
- Calidad de vida.
- Igualdad e Inclusión social.modelos de
- Infraestructura física.
Así pues, el Facility Management, al igual que ocurre en el ámbito privado de las empresas, es una disciplina que puede convertirse en una herramienta estratégica y de valor añadido para la gestión de los nuevos modelos de ciudad que los ciudadanos demandan. Es necesario un cambio profundo en el desarrollo de estrategias de medio y largo plazo para conseguir el tan anhelado desarrollo, pero las administraciones y entidades públicas deberán entonces analizar cuál es la ciudad que vislumbran en el futuro para conseguir definir correctamente las necesidades que puedan surgir y con ello posteriormente dimensionar la gestión de sus activos y de los servicios a proveer y, en consecuencia, adaptar su modelo de gestión para conseguir los objetivos marcados. La elaboración de planes estratégicos de los servicios y de gestión de los activos físicos permitiría al ciudadano y a los proveedores de servicios de gestión, conocer de forma transparente y precisa las políticas al respecto y poder implicarse más para mejorar su funcionamiento. A partir de la estrategia de operación y mantenimiento de los activos físicos, inmersos en la gestión del gobierno de las ciudades, los ciudadanos tendrían una visión clara de qué políticas se pretenden y qué planificación ofrecen, junto con herramientas para comparar su ciudad con otras ciudades. Y disponer así de una fiable perspectiva de futuro.