Los entornos inteligentes en los edificios aportan mejoras a sus usuarios ofreciendo el acceso a nuevos servicios, tecnología e innovación, y también con el uso de herramientas digitales avanzadas se permite la posibilidad de optimizar procesos y métodos de trabajo.
En lugar de estructuras estáticas, las tecnologías inteligentes están convirtiendo los edificios en plataformas dinámicas que fomentan la innovación y una mejor experiencia del usuario.
El crecimiento exponencial de dispositivos y plataformas IoT, con medios de transmisión a largo alcance y la mayor conectividad de dispositivos, equipos y servicios entre sí, provocará o ya está provocando el inicio del concepto de ciudad inteligente.
Es una tendencia que está creciendo de forma frenética durante los últimos años con resultados altamente satisfactorios. No obstante, para mejorar realmente la vida de las personas que habitan en edificios y ciudades inteligentes, es necesaria una política común que integre los intereses de las empresas y ciudadanos que cohabitan, que proteja la seguridad cibernética pública y la sostenibilidad del entorno.
Los edificios y ciudades inteligentes pueden ayudar a las personas a trabajar de manera más eficiente, segura y sostenible. No obstante, estas herramientas deben utilizarse con un fin realmente dirigido al bienestar de las personas y su entorno. Se tiene que buscar un objetivo común a largo plazo, que evite el beneficio de una minoría y cualquier tipo de discriminación con el fin de obtener una conciliación entre:
- Un desarrollo integral sostenible.
- Una optimización de los recursos disponibles.
- Una mejor calidad de vida de los ciudadanos.
- Una mayor participación ciudadana activa.
En este contexto, si tenemos que buscar un desafío, no cabe duda de que actualmente nos encontramos en un momento histórico, donde la emergencia climática es un asunto que está más presente que nunca. Recientemente, se han firmado los acuerdos históricos COP 27, donde por primera vez se empieza a señalar a quien corresponde pagar la factura energética.
El consumo energético es uno de los principales pilares del cambio climático. A través de las tecnologías se pueden desarrollar herramientas innovadoras que contribuyan de manera notable a la eficiencia energética, creando ciudades inteligentes donde la digitalización y conexión vaya hacia esta dirección.
Si conseguimos que las ciudades y edificios inteligentes sean espacios más seguros, limpios y eficientes a nivel energético y que faciliten la participación activa de los ciudadanos y entidades, contribuiremos indudablemente a mejorar la vida de las personas.