En los últimos años, la industria del Real Estate ha desarrollado en profundidad las áreas de conocimiento y tecnologías relacionadas con la sostenibilidad y la eficiencia energética para poder asumir el reto y la dualidad de mantener la rentabilidad minimizando los impactos negativos en el medio ambiente de nuestros edificios y comunidades. El sector inmobiliario y todos sus agentes han sabido responder a esta necesidad de mejora continua, aportando soluciones innovadoras en temas como el cambio climático, la eficiencia energética, la resiliencia de nuestros edificios y el uso responsable de los recursos naturales.
Ahora las empresas y sus empleados dan un paso más y redefinen la sostenibilidad para añadir a las personas y su bienestar, y ponerlas en el centro del diseño y de las decisiones relacionadas con la construcción y sus servicios, siendo el Facility Management un eje vertebrador en esta evolución.
Históricamente, la estrategia de FM de las empresas siempre se había centrado en el activo, concebido como los edificios e instalaciones. Se buscaba proveer servicios entorno a los edificios para que el activo se encontrara siempre en buen estado, seguro y bien mantenido.
Superado ya ese enfoque, estamos viviendo un cambio significativo en el FM que no es sino un reflejo de todo un cambio social en general. El sector inmobiliario, y dentro de él el FM, está en plena transformación y digitalización. La innovación es más importante que nunca. Nos hemos vuelto a cuestionar cómo y para qué hacemos las cosas, en un análisis renovado que solo puede ser beneficioso.
La irrupción del PropTech, del Big Data y de la IA ha hecho que volvamos a poner el foco en las personas, que son quienes realmente añaden valor a las organizaciones. ¿Y si buscamos la rentabilidad invirtiendo en las personas? El Customer Obsession, la obsesión por el usuario final, pasan a primer orden de relevancia.
Los modelos de trabajo colaborativos, flexibles y tecnológicos nos conducen a buscar lugares que nos hagan trabajar mejor, de modo más creativo, que nos motiven de muchas formas diferentes, y esto solo es posible desde un enfoque holístico de bienestar para las personas. Hemos pasado de considerar a ‘los edificios’ como activos a considerar a las ‘personas’ como los activos más valiosos y estratégicos de cualquier organización. Evidentemente, este nuevo enfoque se debe ver reflejado en el papel del FM.
Alinear diseño integrador con gestión del cambio, FM y Well-being
Un proyecto con las certificaciones LEED o WELL rigurosamente implementadas, junto a una adecuada gestión del cambio, generará tanto un diseño integrador como la aceptación de los cambios en la estrategia de la organización por parte del usuario final, que lo hace parte de su estilo de vida y de sus elecciones. Para ello, será necesario crear una estrategia de gestión del cambio de antemano, considerando que, finalmente, son las personas las que lo van a realizar, no las organizaciones o los proyectos. Aquí es donde el FM instrumenta.
El objeto de alinear este diseño integrador con la gestión del cambio es poner a las personas en primer lugar para que el impacto de un buen diseño en sus estilos de vida aumente su bienestar e inspire su rendimiento. Solo así lograremos la retención de talento que tanto buscamos, a través de facilitar un entorno de trabajo que se adapte a las aspiraciones individuales y que también transmita el mensaje de que le importas al empleador, de que te cuidan. Esto se debe realizar concienciando sobre los temas de salud y bienestar, con un diseño integrador que tenga en cuenta todos estos factores desde el inicio del proyecto, y utilizando después herramientas como las encuestas post-ocupación y otras métricas que nos van a permitir evaluar todos los resultados.
Las empresas y sus empleados redefinen la sostenibilidad para añadir a las personas y su bienestar, y ponerlas en el centro del diseño y de las decisiones relacionadas con la construcción y sus servicios
LEED, WELL y criterios de Smart Buildings
Ya no solo esperamos que los edificios tengan un alto rendimiento energético, sino también que sean eficientes con todos los recursos, que sean de consumo nulo (NZEB) y además que estén diseñados pensando en las personas, para ser cómodos, sanos y constituirse en la base de nuestro bienestar. En la práctica, pedimos a nuestros ingenieros que tengan capacidades para que sus diseños integren las características que permitan su certificación LEED, o BREEAM y más allá, nuevas certificaciones como WELL, y que favorezcan la experiencia de usuario con tecnologías que permitan que el activo sea un apoyo a sus usuarios.
Es aquí donde abrimos nuevos caminos para el FM, que nos guiará para ver qué estrategias técnicas y soluciones nos aportarán mayores sinergias (esfuerzos y requerimientos conectados y complementarios) para lograr la sostenibilidad para nuestro planeta y, sobre todo, el bienestar para las personas.
La certificación WELL trabaja este último punto al detalle, incorporando siete capítulos para el bienestar: aire, iluminación, agua, alimentación, mente, fitness y confort, y de esta forma dar protagonismo a los usuarios de las oficinas o del edificio.
Esta nueva complejidad en los proyectos se debe abarcar desde estructuras de gestión muy horizontales y bastante líquidas, aportando a los equipos expertos en cada campo, con un trabajo mano a mano entre el Project Manager, el Facility Manager, el consultor de Sostenibilidad y WELL, el responsable de Workplace y Recursos Humanos. La buena coordinación y que todos los interesados estén bien alineados harán que el bienestar no sea algo que entra en el último minuto a un proyecto como un añadido. Por eso, el FM 3.0 es clave para beneficiarse de todas las sinergias y que todo encaje.
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