La tecnología como base de la optimización del Facility Management

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Vivimos en la era de la optimización. Todas las compañías están buscando nuevas formas de maximizar el uso que le dan a sus recursos, de minimizar el consumo de energía o el tiempo empleado para ciertas funciones, además de, por supuesto, tratar de reducir los gastos todo lo posible.

Sin embargo, esta búsqueda de la optimización no debe estar reñida con una pérdida de valor en los productos o servicios hacia los clientes o en el bienestar de los empleados. Es en este punto cuando la tecnología juega un papel fundamental.

Hasta aquí, esta tendencia podría aplicarse a todos los ámbitos y sectores, pero en el terreno del Facility Management es todavía más relevante, puesto que los avances científicos y técnicos juegan un papel que todavía no se ha explorado en profundidad y cuyo margen de mejora y adaptación, todavía desconocemos.

En lo que respecta a la gestión y mantenimiento de instalaciones y espacios de trabajo, muchas veces se prima ajustar al máximo el presupuesto desde el inicio, dejando poco lugar para la innovación. Aunque esta búsqueda de la máxima rentabilidad pueda sonar lógico a la hora de realizar el balance anual, el coste económico y medioambiental negativo de no apostar por la investigación y por métodos más innovadores será mucho mayor en el medio y largo plazo.

Fundamentalmente, tenemos que pensar en dos ámbitos tecnológicos diferentes pero complementarios. Por un lado, se encuentra la tecnología aplicada a la medición y, por otro, la optimización de la propia realización de las tareas de mantenimiento.

En lo que respecta a la medición, hemos avanzado significativamente en las capacidades que tenemos tanto de reunir la información como también de agregarla y visualizarla. La creación de edificios inteligentes, con distintos sensores, como por ejemplo de consumo eléctrico, nos permite detectar al instante posibles fugas de agua, o algún otro líquido o gas, o incluso si algún equipo o instalación no está funcionando correctamente. Así, podemos realizar el mantenimiento de forma inmediata, antes de que la disfunción se convierta en problema. Esta forma de proceder, minimiza las molestias para los trabajadores y también el desembolso económico de una reparación. Del mismo modo, gracias a estos sistemas, podemos saber al instante las zonas del edificio que están haciendo un uso excesivo de energía y analizar la causa de la misma, para llegar a una solución que genere ahorros.

Otro uso efectivo de estos sistemas es, por ejemplo, la limpieza. Gracias a los sensores podemos medir el movimiento humano dentro de una instalación, ver qué zonas son las más transitadas y cuáles las menos, de forma que podamos optimizar los esfuerzos de limpieza en aquellos espacios que más son usados por los trabajadores.

Al margen de la detección, la forma de agregar la información y visualizarla también ha evolucionado gracias a la tecnología. Las nuevas plataformas de agregación de datos permiten centralizar toda la información relacionada con la gestión de edificios e instalaciones, facilitando posteriormente el análisis y, por tanto, la toma de decisiones. Esto, combinado con los sensores, puede llegar a construir un sistema automático con el que se pueda observar y hasta controlar de forma centralizada, el correcto desempeño y uso de la energía y materias primas en todas las instalaciones de una empresa con múltiples instalaciones, incluso a nivel multinacional.

Por otra parte, los avances tecnológicos nos permiten también reducir de forma significativa el uso de recursos y optimizar el personal para la ejecución de las tareas. Un claro ejemplo de ello es cómo la robotización puede lograr aumentar la eficiencia y la eficacia de la limpieza de un edificio. Otro ejemplo es la automatización de la iluminación según el movimiento, algo que se lleva aplicando desde hace tiempo en muchos edificios para las personas, pero que también puede emplearse en un garaje para que las luces se vayan encendiendo solo en aquellos tramos en los que sea necesario.

El uso de determinados materiales, por otra parte, también nos permite ser más eficientes y sostenibles. Por ejemplo, la innovación en un determinado producto para los extintores de incendios o para la limpieza puede conllevar un enorme impacto medioambiental, generando menos CO2 en su producción.

Sin embargo, el verdadero resultado lo obtenemos con una combinación de todas las variables. Con una plataforma de medición y agrupación de datos, sumado a una máxima automatización, ya sea en las tareas como la iluminación o la limpieza, lograremos reducir hasta un 30% el consumo energético y de materiales, además de la mano de obra necesaria, logrando un funcionamiento óptimo de todos los sistemas. Al mismo tiempo, minimizamos el gasto económico sin, con ello, afectar lo más mínimo al bienestar de nuestros empleados.

Los avances tecnológicos nos permiten también reducir de forma significativa el uso de recursos y optimizar el personal para la ejecución de las tareas

La tecnología al servicio del bienestar y la seguridad

Es cierto que la tecnología nos permite ser más eficientes y sostenibles, pero tampoco debemos olvidar otro factor fundamental que nos aporta el desarrollo en este sentido: la mejora en el bienestar y seguridad de la plantilla. Por ejemplo, mediante detectores en los conductos de ventilación, aire acondicionado y tuberías podemos detectar variaciones en el entorno óptimo de los empleados. Elementos como la humedad o la temperatura pueden ser monitorizados fácilmente, e incluso podemos identificar factores causantes de enfermedades o síntomas, como un exceso de CO2, bacterias o virus. Por tanto, mediante esta tecnología, podemos atajar de forma rápida cualquier inicio de enfermedad entre la plantilla y reducir al mínimo los contagios.

Al mismo tiempo, los sistemas de detección nos permiten no solo establecer las rutinas de servicio más eficaces, sino también adelantarnos a las necesidades específicas que puedan surgir de los empleados, haciendo su vida más sencilla.

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Un ejemplo claro es el uso de los baños. Mediante detectores de movimiento y calor, podemos saber si en determinadas jornadas se ha aumentado de forma significativa el uso de estas instalaciones y si se necesita una limpieza adicional, garantizando la higiene y la comodidad de los empleados. Incluso hasta algo tan sencillo como saber si todavía hay suficiente papel higiénico, lo podemos monitorizar de forma remota y así garantizar siempre la máxima satisfacción.

Este mismo sistema es aplicable a las salas de reuniones, un espacio que, debido al teletrabajo y a las reuniones telemáticas, ha disparado su uso tras la pandemia. Gracias a sensores de movimiento y proximidad, podremos detectar las necesidades de uso de estas estancias, incluso si se precisa una ampliación o reducción de estas, así como permitir que los empleados puedan saber en todo momento cuáles se están usando y por cuántas personas, evitándoles la obligación de ‘tener que ir a ver’ si hay alguna libre.

En definitiva, no estamos descubriendo nada nuevo al decir que la tecnología nos hace más sencilla la vida. Sin embargo, en muchas ocasiones la inversión inicial que conlleva su aplicación hace que su instalación sea controvertida para las compañías. Sin embargo, las ventajas que nos ofrecen no solo compensan a medio y largo plazo en el terreno económico, sino que sus beneficios se pueden traducir tanto en ahorro energético, como en comodidad y seguridad de la plantilla. Esto último claramente tiene un efecto positivo en la capacidad de atraer y retener el talento de una empresa y, por tanto, en la capacidad de crecimiento de la compañía.

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