A pesar de que ni la amenaza, ni en consecuencia algunas de las disposiciones sanitarias y gubernamentales relativas al COVID han desaparecido todavía, no es arriesgado asegurar que lo peor de esta alerta planetaria ya ha pasado. De hecho, la ansiada normalidad comenzó a recuperarse en el momento en que los millones de teletrabajadores, solo en España, comenzaron a regresar a las oficinas y el workplace inició la senda de la recuperación de su protagonismo en el mundo de las relaciones laborales.
Nada será igual después de estos atípicos años: el teletrabajo parcial ha venido para quedarse, permanecen determinados protocolos sanitarios…, incluso la propia mentalidad de los departamentos de Recursos Humanos ha mutado en todos los sentidos, entre ellos el relativo a la protección y seguridad. Y en esta nueva realidad, el sector de la limpieza, de la desinfección y la protección higiénico-sanitaria tiene mucho que decir. Tres son los aspectos más destacados de esta nueva realidad.
En primer lugar, el auge que esta actividad ha cobrado. Como hemos constatado en la División de Limpieza de Grupo SIFU, la actuación en los espacios de trabajo ha pasado de estar casi “proscrita” a ser protagonista. Siempre ha sido una actividad necesaria, pero incómoda a la vista, por lo que lo habitual era efectuarla fuera del horario laboral, especialmente en la franja nocturna o de fin de semana. Ahora, independientemente del aumento de frecuencias y de personal que se ha producido, interesa mostrar la limpieza como elemento de garantía y tranquilidad para las plantillas. Por esta razón, se ha generalizado su desarrollo en horario laboral, especialmente en las primeras y en las últimas horas de la jornada, pero a la vista de todos.
En segundo, su intensidad y frecuencia. Antes de marzo de 2020 la frecuencia de limpieza en el ámbito del workplace se circunscribía a varias limpiezas semanales en función del presupuesto. Dicha frecuencia se basaba siempre en un criterio económico, que marcaba la cantidad de actuaciones y la duración de estas. Con la llegada de la realidad del coronavirus, en la mayoría de localizaciones con actividad presencial se comenzaron a realizar limpiezas diarias de todas las estancias para garantizar la higiene y protección sanitaria de las plantillas al completo. Finalmente, en la fase actual, con la alarma reducida en gran medida, se ha mantenido una limpieza híbrida; esto es, se ha reducido el número de limpiezas en, por ejemplo, los puestos de trabajo individuales, pero se ha mantenido esa actuación diaria en las zonas críticas.
Finalmente, destaca el cambio de orientación de las acciones. Si antes de la pandemia las actuaciones se enfocaban a lo que podríamos denominar de manera genérica limpieza; esto es, una correcta actuación de los espacios para eliminar residuos orgánicos y envases, supresión de manchas y eliminación de polvo, entre otras muchas acciones, ahora el foco se ha desplazado de forma más importante a la desinfección. La eliminación de gérmenes, que siempre se ha llevado a cabo, se ha convertido en el eje de las actuaciones, con un mayor protagonismo de los desinfectantes tradicionales, como la lejía, que se ha recuperado de un cierto ostracismo como un eficaz instrumento para garantizar la asepsia de las superficies y espacios. En definitiva, son nuevos usos y tendencias que, además, se ven complementados por la imparable evolución tecnológica que también vive este sector, especialmente en lo referente al segmento del workplace.
Una cita obligada
El pasado mes de mayo, la industria de la limpieza profesional internacional se dio cita en ISSA Interclean Amsterdam. La capital holandesa se convirtió, un año más, en el mejor escaparate de tendencias al que acudimos las empresas y organizaciones más destacadas del sector. Este encuentro profesional sirvió para poner de manifiesto la profusión de avances tecnológicos, especialmente en el campo de la maquinaria y de nuevos materiales, que garantizan una mejor limpieza y desinfección por su propia estructura y tratamiento.
En lo que respecta a los dispositivos mecánicos, el abanico de nuevas propuestas va desde EPI que garantizan cada vez más protección y confort a los trabajadores, dispositivos para los nuevos sistemas de limpieza —por ejemplo, el tradicional vapor—, drones para el acceso a las zonas más difíciles de los edificios e, incluso, sistemas de monitorización mediante sensores y procesamiento de datos para saber en todo momento en qué zonas se ha actuado y cuáles no, y así optimizar el proceso.
Además, un importante segmento de la industria no se centra en cómo optimizar la limpieza o desinfección del entorno de trabajo, sino en que no sea tan necesario o resulte más fácil hacerlo. Para ello, nuevos materiales de fácil mantenimiento, por ejemplo, en suelos o superficies; otros que repelen la suciedad; dispositivos antibacterianos como teléfonos o elementos de uso común, etc. están poco a poco imponiéndose en el workplace como pudimos comprobar en la feria profesional holandesa.