La reciente clausura de la COP27 ha obligado al mundo a pararse para hablar del presente y del futuro de nuestras ciudades. Según las estimaciones de la ONU, actualmente más de la mitad de la población vive en zonas urbanas y se prevé que la cifra aumente hasta el 68% en 2050, transformándose así muchas metrópolis en las denominadas como megaciudades. Si volvemos la vista atrás, en 1950 tan solo existían dos ciudades con estas características en todo el mundo y, con la mirada puesta de nuevo en la actualidad, la cifra asciende hasta 33. La crisis climática, el aumento de las temperaturas, el crecimiento de la población y el exceso de tráfico están empeorando día a día la calidad de vida de los ciudadanos. Sin duda este es un punto de inflexión que nos obliga a formularnos una pregunta: ¿cómo podemos revertir esta situación y transformar nuestras ciudades?
A nivel global, los gobiernos están empezando a desplegar acciones orientadas a este propósito compartido para construir así las ciudades del futuro. Cuando pensamos en este tipo de edificaciones, inevitablemente el imaginario colectivo nos traslada a escenarios utópicos, a tecnologías que aún están por diseñar y todo tipo de estéticas futuristas. De hecho, a más de 6.000 kilómetros de aquí podemos encontrar una de las primeras manifestaciones de esto que señalo. Se trata de The Line, a orillas del mar rojo, un proyecto de ecociudad que aspira a albergar a millones de personas utilizando la tecnología y la eficiencia como principal cimiento. Este es solo un ejemplo del paradigma de la innovación y la modernidad aplicado a los núcleos urbanos.
En el caso de nuestro país, el foco no está puesto en construir las metrópolis del futuro, sino en repensar y aprovechar el potencial de las que ya tenemos para adaptarlas a las necesidades del mañana: alcanzar ciudades hechas para las personas. Gracias a la tecnología y la innovación, tenemos la capacidad de diseñar urbes más sanas, accesibles y vivas donde podemos dejar una huella positiva a nivel social y ambiental. Como sociedad, nos urge transformar el propósito en soluciones innovadoras y redefinir lo asumido para comprender que inteligente es ahora sinónimo de sostenible, pues no habrá núcleos urbanos autónomos y eficaces si la sostenibilidad, unida a la tecnología, están exentas de la ecuación.
En este sentido, la movilidad es una gran aliada para las ciudades, pues no solo puede influir en su salud y futuro, sino también en la reorientación del espacio y en su evolución. Las innovaciones disruptivas que aplicamos en el sector de la movilidad nos permiten acelerar la contribución a la sostenibilidad y, por ende, a las ciudades inteligentes. Sin embargo, actualmente la movilidad se enfrenta a grandes desafíos donde la digitalización y la innovación se sitúan en el centro para hacerles frente. Además, ciudadanos, organizaciones y gobiernos son corresponsables en tomar las decisiones adecuadas para alcanzar los objetivos compartidos.
En primer lugar, es necesaria una movilidad descarbonizada para alcanzar los objetivos climáticos que tenemos por delante. Gran parte de los países están poniendo fecha límite para que esto sea una realidad. Y nosotros, como compañía de movilidad, también. En Cabify contamos con una ambiciosa hoja de ruta de negocio sostenible que trabaja para que el 100% de los viajes en nuestra plataforma sean en flotas descarbonizadas o eléctricas para 2025 en España y 2030 en Latinoamérica, lo que tendrá innumerables beneficios para las ciudades, sus habitantes y las empresas. Además, la conectividad y automatización de los vehículos permiten optimizar las rutas, reducir los atascos y el tiempo en carretera, con el consecuente ahorro de emisiones. La tecnología se sitúa como motor de nuestra actividad, y seguiremos apostando por la innovación para adaptarnos a las necesidades de las ciudades, impulsar la sostenibilidad y participar en primera persona en la transición hacia las ciudades inteligentes que marcarán el mañana.
Otro ejemplo de cómo aplicamos las soluciones digitales para una movilidad más eficiente y sostenible es la categoría ECO, compuesta en exclusiva por vehículos electrificados, que está disponible para las empresas que utilizan Cabify en Madrid en sus desplazamientos corporativos, y que próximamente se extenderá a otras ciudades. El uso de este tipo de soluciones reafirma el compromiso de muchas compañías con la transformación de las ciudades y reduce considerablemente las emisiones por viaje. La prioridad es continuar reduciendo el uso del coche particular en las ciudades para mejorar la calidad del aire de las mismas, aprovechando al máximo los recursos disponibles a nuestro alcance. No parece lo más sostenible mover un vehículo de dos toneladas para recorrer unos pocos kilómetros en solitario.
Sin embargo, las ciudades inteligentes que perseguimos no dependen únicamente de las emisiones. Es necesario seguir mejorando la eficiencia de los recursos que tenemos a nuestro alcance y seguir invirtiendo en tecnología. El objetivo es compartido, firme y ambicioso: tenemos que lograr que nuestras ciudades respiren.