Hoy en día, Facility Management y sostenibilidad van de la mano, pero si analizamos más detenidamente los dos términos por separado, parece que justo implican lo contrario, o al menos, las virtudes de uno son los hándicaps del otro. ¿Tiene sentido?
Lo primero que pensamos al escuchar Facility Management es la versión económica, ósea cuánto cuesta una obra a realizar en una oficina, cuántos metros de superficie hay que limpiar, cuál es el mejor mantenimiento a realizar a un coste razonable, etc. Y cuando nos proponen acciones vinculadas a cumplir los estándares ESG, la mayoría de las veces lleva implícito una primera inversión en tecnología, plataformas para realizar la trazabilidad, recursos humanos adicionales para controlar dichas acciones y más inversiones, en general.
Aquí surge la reflexión, ¿no será más efectivo que desde el inicio los criterios ESG sean exigibles, un must para el área de Facility Management?
Incluso, por ir un paso más allá, ¿por qué no se tiene en cuenta en todos los departamentos operativos de una empresa los criterios ESG a la hora de la contratación y la operativa diaria? ¿Por qué un departamento de Finanzas no puede exigir que sus vías de comunicación sean puramente telemáticas con sus bancos, con la Administración, sus clientes y proveedores? ¿Por qué el departamento de Marketing no realiza todas sus presentaciones de forma digital sin la necesidad de imprimir folletos que se acumulan en las estanterías de los trasteros? ¿Por qué los abogados no utilizan gestores documentales y así se elimina al máximo la huella de carbono…?
Solo son algunos de los ejemplos sobre los que se debería reflexionar antes de vincular la sostenibilidad solo a Facility, es una ‘mancha de aceite’ lo que hace la suma de todos, pero lo más importante, nos lo tenemos que creer.
Trabajar con proveedores que creen en la sostenibilidad y los criterios medio ambientales, estar convencidos de que no es un ‘postureo’ y un tic a hacer, es una forma de pensar innovadora y necesaria, una ‘modalidad de juego con las reglas encima de la mesa’. Cuando desde Facility Management establecemos inversiones en sostenibilidad apostando por materiales más sostenibles -con el fin de contaminar menos-, en el que ha habido un proceso limpio de contratación, con personas adecuadamente contratadas y con unos ciclos de producción garantizados, nos estamos asegurando de que tenemos en cuenta dichos criterios.
Desde Facility Management también tenemos en mente cuidar de nuestros empleados, que se sientan en la oficina como en casa, que se disponga de una temperatura adecuada, que se realicen unos rigurosos controles e inspecciones de las medidas de calidad del aire, donde el mobiliario utilizado cumpla todas las normativas vinculantes, los empleados tengan herramientas tecnológicas de mayor valor, ¿se percibe que todas estas medidas forman parte de la estrategia sostenible de Facility Management? Este es el primer objetivo del área, prestar todos los servicios internos de una compañía de una forma sostenible, eficiente y, por consecuencia, rentable.
Y el ciclo empieza mucho antes, desde la búsqueda de una oficina eficiente, no solo en términos económicos sino de espacio, la contratación de la obra con empresas que sepan dar lo mejor, con el mejor estilo, el menor impacto y los mejores materiales, hasta instalar finalmente a los empleados. Es un recorrido largo, son procesos intensos con otros departamentos, proveedores, pero con un objetivo común: sorprender y ser sostenibles desde el inicio, desde que el nuevo empleado accede a las instalaciones, ya que la primera impresión forma parte esencial de la marca de una compañía.
Por todo lo anterior, sí tiene sentido un Facility Management sostenible. Tiene sentido y es necesario en el mundo actual, la unión con los criterios ESG es esencial a la hora de mostrar esa responsabilidad a las nuevas generaciones de empleados. No es una moda, el Facility Management sostenible está para quedarse.