Creo que no ando desencaminada si empiezo estas líneas diciendo que para muchos Facility Management los últimos meses han sido los más intensos de nuestra vida profesional. De un día para otro, las circunstancias cambian de forma significativa y estamos obligados a tomar decisiones inmediatamente y llenos de incertidumbres. Sí, todos somos conscientes, después de oírlo mil veces, de que vivimos en una época en la que lo único constante es el cambio; pero, en fin, experimentarlo a esta escala ya es otra cosa. Es como aprender a nadar porque tu padre te lanza al río.
En los primeros días en Ikea tuvimos que inventarnos planes para circunstancias desconocidas. Planes en los que la experiencia tenía un valor relativo y había que aplicar retales de conocimiento y de imaginación que todo el mundo ponía sobre la mesa. Pero siempre surgía algo nuevo y entonces volvías a dibujar el plan. Día sí y día también.
Y esto no es algo que se pueda hacer solo. En los departamentos de Facility Management estamos acostumbrados a escuchar a nuestro cliente interno, pero esta vez es todavía más crítico si cabe. Toda la actividad cambia y nosotros estamos ahí para hacer posible que los espacios se adapten a esas nuevas necesidades. Cerramos edificios, pero los edificios siguen vivos. Los abrimos de nuevo para actividades diferentes a las habituales y tenemos que conocerlas para poder apoyar al resto de departamentos ofreciéndoles espacios de trabajo agradables y seguros. Y solo podemos conocerlas escuchando a nuestros compañeros. Escuchándolos y buscando soluciones entre todos. Por supuesto, esto no está libre de tensión, pero ver que tus compañeros pueden confiar en el departamento de Facility Management para poder llevar a cabo ideas nuevas para superar las dificultades es muy satisfactorio.
La vida sigue
Todo esto absorbe la mayor parte de tu energía, pero la vida de las compañías sigue a todos los niveles y hay proyectos que no se paran porque la actividad principal cambie. Quizás esto ha sido uno de los mayores retos durante estos meses. Tu cabeza solo puede pensar en la pandemia, desde el punto de vista laboral y personal; pero hay más cosas a las que atender y cambiar el foco requiere un esfuerzo titánico. En ese momento no lo ves, pero al empezar a sacar la cabeza del confinamiento, ese esfuerzo te permite no quedarte anclado en lo dura que ha sido la situación y poner la mirada en el futuro.
Un futuro desconocido que ahora afrontamos con más herramientas. Herramientas de todo tipo, técnicas, de gestión, de trabajo en equipo y, sobre todo, de adaptación. No sabemos cuánto durará todo lo que cuidadosamente hemos definido para cubrir las necesidades que tenemos ahora. No nos podemos imaginar qué será lo próximo que llegará para cambiar de nuevo nuestro día a día. Pero sí nos podemos imaginar cómo responderemos; ese camino sí lo conocemos.
En este tiempo hemos encontrado oportunidades nuevas en nuestros edificios. Hemos fortalecido relaciones con nuestro proveedores de servicios. Hemos descubierto talentos escondidos en nuestros compañeros y en nosotros mismos. Hemos estado separados y más juntos que nunca para poder salir adelante. En definitiva, hemos cambiado.
El servicio de limpieza
Y no me gustaría terminar sin hacer mención de un cambio que considero que ha sido muy importante. Creo que todos compartimos la experiencia de hacer seguimiento de la satisfacción respecto al servicio de limpieza y encontrar muchas veces la respuesta “es muy caro”. Sí, es un servicio que concentra una gran parte del presupuesto de FM en nuestras empresas, pero creo que ahora nuestros compañeros podrán ser más conscientes de que es un servicio basado en el buen hacer de los trabajadores; unos trabajadores que, por primera vez, han salido en las noticias como héroes. Esta crisis ha visibilizado a las personas que trabajan en este servicio, poniendo en valor el trabajo que realizan, que ya no vemos solo como un mal necesario, sino como una de las herramientas de protección para nuestros compañeros y para los visitantes de nuestros inmuebles.
Esta crisis ha visibilizado a las personas que trabajan en el servicio de limpieza, poniendo en valor el trabajo que realizan
Sinceramente, no sé lo que durará este cambio de actitud; soy pesimista al respecto y creo que queremos volver muy rápido a nuestra vida de antes y olvidarnos de lo que hemos pasado. Pero, por mucho que queramos, esta experiencia nos ha marcado a todos, así que confío en que al menos quede en todos un poso que nos recuerde que la limpieza es un servicio crítico realizado por personas profesionales que no solo nos proporcionan un ambiente agradable, sino que nos protegen.