Turismofobia: qué es y cómo nace

Gertrudis Bujalance

La turismofobia es el nombre que da la prensa a la aversión o manía que sienten los residentes de un país, ciudad o pueblo hacia los visitantes estacionales que llegan en masa. Este fenómeno se venía fraguando desde años atrás en los grandes destinos mundiales. Y se consolida con el repunte de turismo pospandemia. La versión aceptable del turismo sería el considerado sostenible: grupos reducidos, menos invasivos y en periodos breves a lo largo del año.

La guerra europea contra el turismo

La prensa extranjera está asombrada ante lo que varios periódicos llaman “la guerra europea contra los turistas”. En España, la turismofobia de Barcelona parecía parte del movimiento nacionalista catalán contra todo lo foráneo. Pero este año 2024 ha entrado en vigor un impuesto turístico en Venecia, que requiere pagar 5 euros a todo visitante mayor de 14 años. En la Europa del norte, la antaño hospitalaria ciudad holandesa de Ámsterdam, que ha fomentado durante décadas los polémicos nichos del turismo sexual y el turismo de las drogas blandas recreativas, ha adoptado recientemente medidas drásticas, incluyendo la prohibición de construir hoteles nuevos. En Berlín no hay medidas gubernamentales, pero existe un ambiente de hostilidad hacia los turistas que toman la ciudad al asalto para hacer “raves” y juergas. Concretamente, los británicos y estadounidenses que acuden a la capital alemana buscando lo que llaman el “estilo de vida europeo”.

En todos estos casos de turismofobia existe un deseo de conservar y proteger el acervo cultural e histórico singular de cada localidad, para mantenerlo intacto de la voluntad unificadora y agresiva del turismo de masas. La idea es que una ciudad pertenece a sus habitantes, para quienes las necesidades y exigencias de los turistas ocupan un lugar muy bajo en su lista de prioridades.

¿Cómo nace la turismofobia?

  • Sobrepoblación de los destinos de moda. El número de visitantes supera el nivel de habitabilidad cómoda, saturando las infraestructuras comunes como las vías públicas, los transportes, museos y restaurantes.
  • Aumento del coste de vida. Incremento de precios locales producida por el turismo masivo, que conlleva una demanda disparada de vivienda, alimentación y transporte.
  • Transformación sociológica de los vecindarios. Los residentes disminuyen, mientras se convierten en permanentes los turistas que ocupan los apartamentos turísticos. Esto a su vez provocaría la desaparición de los pequeños comercios vecinales, sustituidos por negocios rentables orientados al público visitante.
  • Deterioro de la localidad. La presencia constante de turistas descuidados y poco respetuosos con un hábitat que no es el suyo deteriora el lugar receptor. Las infraestructuras podrían experimentar un deterioro prematuro debido al uso excesivo, mientras los lugares históricos son susceptibles de padecer ataques de inaprensivos.