El coronavirus nos ha demostrado lo importante que es entender y prepararse para nuevas amenazas, más aún, siendo España uno de los países europeos más vulnerables ante el cambio climático. La pandemia ha puesto de manifiesto un profundo problema de adaptación a las circunstancias adversas en las sociedades y economías modernas.
Ante esta situación, Green Building Council España (GBCe) en su nuevo informe La descarbonización de la edificación, muestra cómo el planeta está muy cerca de cruzar un punto de no retorno en el aumento de la temperatura global, y reflexiona sobre la necesidad de adecuar nuestro parque edificado ante la previsión de situaciones climáticas muy adversas.
Esta publicación, que forma parte de la serie de “Informes XL”, elaborados con motivo del X aniversario de la asociación, para posicionar al sector de la edificación ante los grandes retos globales y tomar medidas que impliquen transformaciones locales, razona sobre la falta de resiliencia demostrada por la sociedad y la economía frente a grandes situaciones adversas como el coronavirus.
“La COVID-19 nos ha demostrado la importancia de entender y prepararnos para futuros riesgos que son cada vez más previsibles”, asegura la secretaria técnica de GBCe Dolores Huerta, coautora del informe junto a Miguel Segovia, integrante del equipo técnico de la asociación. “Los edificios deben ayudarnos, y no lastrarnos, para mantener niveles óptimos de habitabilidad frente a futuras situaciones extremas como recurrentes olas de calor o posibles confinamientos”, exponen los autores.
Para Huerta, emprender rehabilitaciones integrales permitirá a los edificios ser más resilientes frente a las diferentes crisis climáticas, económicas y sanitarias que sobrevienen: “Este nuevo informe es una urgente llamada a la acción. El aumento de la temperatura global, que según la previsión de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC) será de al menos 2,5 ºC a lo largo del siglo, está dando lugar a nuevas condiciones climáticas, en muchos casos extremas. Debemos limitar este aumento a la vez que adaptamos nuestros edificios y espacios urbanos a sus efectos”.
De forma realista y sin ocultar sus consecuencias, el trabajo realizado por GBCe muestra la necesidad urgente de adaptarnos a las consecuencias inevitables del cambio climático con un más que previsible aumento de la temperatura. “Nuestros edificios deberán hacer frente a unas condiciones climáticas tendentes a un calentamiento de al menos 2,5 ºC de media en 2100, si conseguimos limitar el pico de emisiones a 2040, en un escenario favorable. De no tomar acciones en materia de cambio climático nos arriesgamos a un aumento de la temperatura media de casi 5 ºC”, recoge el informe.
Las consecuencias de este aumento de la temperatura darán lugar a fenómenos climáticos cada vez más extremos a muy corto plazo. Se espera que para 2040 las olas de calor duren 22 días consecutivos, con temperaturas que alcancen los 45 ºC y, por lo tanto, generen mayores demandas de refrigeración. Las sequías durarán hasta dos meses, lo que incrementará los problemas de acceso y distribución de agua para la población e industria, a la vez que las lluvias torrenciales aumentarán su intensidad un 15% en la mitad norte de España.
“Preparar nuestro entorno construido para esa realidad acuciante es necesario, ya que esas previsiones se han realizado considerando las políticas públicas de descarbonización: el cambio climático ya es inevitable. No obstante, contamos con el conocimiento y las herramientas necesarias para enfrentarnos a ello, como las Soluciones Basadas en la Naturaleza (NBS, por sus siglas en inglés) y la renaturalización urbana”, explica Dolores Huerta, tras señalar el doble objetivo que debe perseguir el sector de la edificación: la mitigación del cambio y la adaptación de nuestros edificios y espacios públicos.
Teniendo en cuenta que casi el 70% de la población española reside en municipios de más de 20.000 habitantes y, de ellos, más de dos tercios viven en ciudades, el informe señala que los núcleos urbanos son especialmente sensibles al cambio climático, que afecta a todos los territorios en general. La escasez de zonas verdes, el uso abusivo de materiales pétreos y la impermeabilidad de los suelos son factores que acentuarán los efectos del calentamiento global y reducirán drásticamente la biodiversidad urbana, incrementarán la intensidad de las islas de calor y generarán pérdidas materiales por las lluvias torrenciales.
Resiliencia ante un entorno cambiante
Para hacer frente al doble desafío mencionado, el informe La descarbonización de la edificación insiste en la imperiosa necesidad de actuar con intervenciones energéticas, de accesibilidad y mantenimiento sobre el parque edificado para adaptarlo a las condiciones actuales y futuras que se prevén más severas. “Que los edificios estén mejor aislados térmicamente, protegidos de la radiación solar, bien equipados y que sean capaces de gestionar eficientemente el agua nos permitirá mantener un nivel de habitabilidad muy alto a pesar de las condiciones exteriores adversas”, apunta el trabajo.
El informe señala la gran oportunidad que se presenta, ante la urgencia de adecuar nuestras ciudades, de generar empleo y riqueza en un momento de reconstrucción económica. La movilización de inversiones parece garantizada tras los anuncios del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Programa para la Rehabilitación Energética de Edificios, dotado con 300 millones de euros y del Consejo Europeo de destinar el 30% del presupuesto y los fondos de recuperación postcoronavirus a la acción climática.
GBCe cree que esta inversión arrastrará grandes sumas de capital privado que incentivarán el sector de la rehabilitación, generarán empleo estable y serán una de las claves para la recuperación económica tras la crisis de la COVID-19. Además, el texto recuerda que este trabajo debe tener en cuenta que gran parte de las viviendas con peores condiciones materiales se encuentran en barrios vulnerables, habitadas por familias con pocos recursos y en situación o riesgo de sufrir pobreza energética y problemas de salud derivados de estas condiciones. La rehabilitación es una gran oportunidad para acabar con la pobreza energética y la acción pública debe impulsarla con determinación.
“La llegada de los fondos europeos para la recuperación de la crisis por la COVID-19, unidos a la apuesta europea por el Green Deal, suponen una oportunidad magnífica para dar un impulso a la transformación de nuestro entorno construido y como tal debemos afrontarlo unidos, sin dejar a nadie atrás”, concluye Dolores Huerta.
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