Tradicionalmente se consideraba que el silencio absoluto era el contexto idóneo para lograr concentrarse. Pero hoy cientos de miles de personas se ponen de fondo unos determinados sonidos para lograr trabajar o estudiar sin distracciones.
¿Silencio o ruido para trabajar?
El consenso tradicional era que el silencio total proporciona el mejor ambiente para trabajar o estudiar con el nivel adecuado de concentración. Varias investigaciones recientes demuestran que la carencia de ruido no es necesariamente el modo óptimo de enfocarse en la tarea que se tenga entre manos. Sin embargo, esto no significa que el ruido sea recomendable para una actividad intelectual que requiera fijar la atención. Al contrario, un entorno bullicioso puede resultar altamente negativo para trabajar, estudiar o leer.
Cualquier empeño laboral que requiera una aportación mental exige unas determinadas horas de concentración diaria. Esto es aplicable tanto si el empleado necesita focalizarse para mejorar su capacitación profesional, como si su responsabilidad es elaborar contenidos o generar nuevos productos. En cualquier caso, las características del escenario donde vaya a realizar ese esfuerzo cerebral determinarán el resultado.
Pese a tratarse de un descubrimiento relativamente novedoso, parece considerarse hoy cierto que un determinado tipo de sonidos contribuye a acolchar acústicamente una estancia con la banda sonora idónea para favorecer la concentración mental. En definitiva, para incentivar la creación, la memoria, el rendimiento y la productividad.
Los mejores sonidos para trabajar
Cada vez son más los trabajadores y los estudiantes que usan tipos específicos de música o sonidos ambientales para estimular su capacidad intelectual y mejorar su concentración. En opinión de los usuarios de estos ‘trucos acústicos’, los dos mejores son los sonidos de la naturaleza enlatados y la música lofi (cuyo nombre es un acrónimo de low fidelity, en español baja fidelidad). Los aficionados tienen claro que mediante ambos sonidos logran dominar esa atención tan esquiva, al resguardarla del resto de los sonidos que suelen ser una distracción. El procedimiento consiste en apaciguar la mente no con el silencio, sino con ruidos benéficos.
Este tipo de sonidos relajantes recibe el nombre de ruido marrón, en referencia al botánico escocés Robert Brown, que los descubrió en 1827. Desde el punto de vista técnico, podríamos definirlos como una modalidad del ruido blanco, con las notas de baja frecuencia aumentadas y las de alta frecuencia atenuadas, de manera que los sonidos ‘chillones’, por así decirlo, quedan amortiguados. El ruido blanco funciona también como un embozo acústico, pero su objetivo no es enfocar la atención, sino relajar para lograr conciliar el sueño. Ejemplos de ruido blanco son la televisión a bajo volumen, la radio sin sintonizar o el zumbido del aire acondicionado. El ruido marrón suele escucharse en modalidad enlatada y sonidos de la naturaleza que entran en esta clasificación son el murmullo de una cascada de agua, de las olas del mar, de una lluvia intensa o del fluir de un río.
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