Ciudades, edificios, viviendas, espacios de trabajo… En los últimos años todo es susceptible de convertirse en ‘inteligente’, incluidos, por tanto, los aspectos relacionados con el Facility Management. Una de las principales ventajas es que esto permite obtener infinidad de datos que, si se analizan de forma correcta, facilitan una respuesta acorde con las necesidades de las organizaciones y las personas. Por supuesto, la accesibilidad e inclusión, las características fundamentales de SIFU, también se ven potenciadas.
La Norma UNE 178201 recoge una interesante definición de smart city (ciudad inteligente) como elemento justo y equitativo centrado en la persona, y que aprovecha los recursos tecnológicos para una mejora continua. Esto, en un planeta que tiende inexorablemente hacia las megaurbes, obliga a los expertos y gestores urbanos a idear opciones e instalaciones cada vez más sostenibles y conectadas. De hecho, una de las tendencias señaladas por los expertos es la aplicación del Facility Management al concepto de ciudad inteligente: esto es, diseñarla y mantenerla como una instalación. Y para esto, es imprescindible la tecnología.
Lógicamente, las ciudades inteligentes están conformadas por edificios, viviendas, puestos de trabajo, etc., con esas características de diseño y tecnología. Como consideran compañías especializadas, el edificio inteligente necesita elementos como el Internet de las Cosas (IoT), con la instalación de miles de sensores y otros dispositivos por todo el edificio, que recopilan e intercambian información a través de internet. Después llega el momento del softwareinteligente, que utiliza esos datos para predecir cómo el edificio y sus sistemas se comportarán. Para ello, es necesario que todos los dispositivos estén perfectamente integrados y se ‘entiendan’ con estándar abierto.
¿Por qué se extiende el concepto smart? Porque una sociedad tan tecnológica como la nuestra se caracteriza por una aceleración de los procesos. El usuario quiere tener una respuesta cuanto antes y, lógicamente, los procesos internos como la captación de datos y su análisis para llegar a esa respuesta han de ser todavía más rápidos. Ahí entra de lleno el concepto de escenario inteligente.
Toma de datos
En esta necesidad de optimización y respuesta rápida cobra relevancia la mencionada monitorización de todo aquello que afecta a una organización. Resulta fundamental, puesto que los objetivos finales son aspectos tan importantes como la optimización de costes, la sostenibilidad, la confortabilidad y la salubridad de los espacios, ya se trate de una estancia, un edificio, una ciudad…
El software de captación de datos, en las múltiples áreas relacionadas con el Facility Management, nos permite tener conocimiento sobre todo lo que ocurre en todo momento en un espacio; así podemos saber si todos los elementos están funcionando de forma óptima o actuar en el caso de no ser así, que todos los servicios que afectan a las instalaciones se están llevando a cabo según lo previsto, que las condiciones ambientales son las correctas, el porcentaje de ocupación, los flujos de tránsito, etc. En definitiva, la información es poder, y en este caso, eficacia.
Otro aspecto fundamental de esta toma de datos y su posterior análisis es que nos permite anticiparnos a realidades futuras, predecir el comportamiento de los elementos y los usuarios de modo que podamos adelantarnos a sus necesidades futuras, además de alargar la vida útil de las instalaciones y elementos.
Bienestar
De forma complementaria, el software inteligente que efectúa la monitorización del rendimiento de cada uno de los dispositivos del edificio detecta los fallos, programa los ciclos de mantenimiento y logra un mayor rendimiento de todo el sistema. Esto genera productividad, pero también, cada vez más importante, bienestar en los trabajadores. Incluso estos son más partícipes, pues su relación con el edificio es bidireccional. Pueden, mediante software o apps, interactuar con el edificio para múltiples funciones: desde buscar a compañeros a controlar el entorno y conocer datos sobre productividad.
Finalmente, si algo es inherente a un smart building es la sostenibilidad. Al llevar a cabo esta monitorización tan exhaustiva en gasto de energía, agua, control de climatización… se consigue una optimización del rendimiento de todos sus sistemas y, sobre todo, un mayor control en el gasto energético y en la generación de residuos de todo tipo.
Datos inteligentes
No obstante, a pesar de las bondades de este planteamiento inteligente, debemos tener cuidado y no caer en la trampa del dato sin sentido. Es decir, todo lo que se mide debe tener un impacto suficientemente crítico para dedicarle tiempo y recursos y nos debe permitir la toma de decisiones que ayuden a los objetivos fundamentales.
En otras palabras, antes de actuar con unos datos en las manos hay que tener claro el porqué de ese análisis y qué queremos conseguir con ellos.