Por cada 10.000 kilómetros, un conductor de un vehículo de gasolina invierte aproximadamente 1.145 euros, mientras que en el caso del turismo eléctrico, el coste es de unos 470 euros, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). La movilidad eléctrica continúa siendo más rentable para los conductores, además de más sostenible, pero su expansión también está vinculada con un aspecto muy relevante: la disponibilidad y eficacia de los sistemas de carga para coches eléctricos.
Para que los coches cero emisiones sean más competitivos, el modelo de carga tiene que mejorar en dos aspectos. En primer lugar, la red tiene que expandirse, para que los conductores encuentren los cargadores que necesitan cuando estacionan su vehículo durante dos o cuatro horas en sitios como centros comerciales, hoteles o edificios de oficinas, afirma Henrik Bergman, director regional de Charge Amps en España.
Lo segundo, continúa el responsable de la empresa, es «hacer una transición del sistema de carga convencional (basado en instalaciones locales y configuraciones estáticas con cableado) hacia un sistema inteligente». Lo que permite este último es maximizar el uso de la energía y asegurar la carga simultánea del mayor número de vehículos posible.
¿Cómo funciona el sistema inteligente de carga para coches eléctricos?
Los sistemas de carga inteligentes distribuyen la energía contratada entre todos los coches eléctricos que estén estacionados de forma igualitaria y continua, lo que permite ajustarse a las necesidades de cada unidad y aprovechar la capacidad del suministro energético.
Los cargadores están preparados para optimizar cada fase en el sistema, pasando de monofásico a trifásico (y viceversa) para maximizar la gestión de la energía contratada. «El sistema se encarga de elegir la fase (o las fases) desde la que alimentar los coches de forma automática, optimizando continuamente el consumo a la potencia disponible en la instalación«, explican desde Charge Amps.
La compañía, que actualmente cuenta con 115.000 puntos de carga para coches eléctricos en 15 mercados, apunta que los sistemas de carga convencionales pueden llegar a desaprovechar hasta el 50% de la energía disponible. Esto se debe a que adaptan la distribución de la energía aumentando y bajando la potencia en fases definidas de forma estática, en vez de redistribuir la carga entre las fases de manera dinámica.
Por ello, pueden obligar a los gestores de los aparcamientos a contratar más potencia o a instalar más cargadores para satisfacer la demanda, sostiene.
«Es fundamental contar con un modelo de distribución de la energía eficaz que optimice la potencia contratada y ahorre costes«, asevera Bergman. Y concluye diciendo que «evitar el desaprovechamiento debe ser una prioridad para los responsables de los aparcamientos, de cara a garantizar un servicio adecuado a la población».
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