El nuevo Centro Integral de Transportes de Metro de Madrid está ubicado muy cerca de la Plaza Castilla, ocupa una manzana delimitada por la Avenida de Asturias y las calles Magnolias, San Benito y San Aquilino. Según nos explican desde la compañía, actualmente se están ejecutando las obras de una primera fase, de las dos que tiene el proyecto. “Se prevé que esta primera fase, termine a finales del 2020”, en los siguientes meses es cuando, si todo sigue el curso previsto, se trasladaría a los trabajadores.
El complejo que, próximamente verán los madrileños, consta de cuatro edificios, situados en el perímetro de la parcela asignada por Metro de Madrid; habrá un jardín en la zona libre que queda en el centro del terreno, y contarán con un aparcamiento subterráneo. Este complejo será para Metro de Madrid la nueva sede social y operativa, también será de uso para otros centros relacionados con el transporte madrileño. “La iniciativa supone no solo un cambio de lugar, si no que pretende revisar las formas y hábitos de trabajo, transformando el modelo actual, para mejorar las condiciones de trabajo y confort”, explican desde Metro de Madrid.
El complejo de edificios está proyectado con una fuerte identidad arquitectónica. La compañía entendió desde el primer momento que un cambio de esta envergadura tenía que ir de la mano de una imagen acorde con los valores de la misma: “Apuesta por la innovación, eficiencia y sobriedad, entre otros”. De esta manera, argumentan que se convocase un concurso de arquitectura, que organizó Metro de Madrid junto al Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Complejo sostenible
Desde el comienzo del proyecto, desde el propio diseño, se concibe como un edificio de energía casi nula, y se hace “bajo el prisma de la doble escala: la de lo global y la del detalle”. Nos explican que, “es un traje a medida en el que la envolvente tiene un gran protagonismo en términos energéticos, y las instalaciones deben responder de forma óptima a las necesidades interiores”. Este planteamiento deriva en “una arquitectura que conjuga el diseño, los requerimientos del usuario y la ingeniería de las instalaciones”, insisten. El reto que ha afrontado Metro de Madrid con este proyecto, según la propia compañía, es el de hacer un gran esfuerzo interno para definir las necesidades de los nuevos edificios, a la vez que el enfoque de la eficiencia emerge como eje fundamental del uso, mantenimiento y futuras transformaciones del espacio interior, debido a los cambios organizativos que vayan viniendo.
El complejo está planteado como un edificio sostenible, “se certificará con el sello Verde (Valoración de la Eficiencia de Referencia de Edificios), que verifica la implementación de los edificios con estrategias de sostenibilidad”. El simple cambio de parcela, aseguran desde Metro de Madrid, para ubicar estos edificios, “supuso un implemento en la sostenibilidad en términos de transporte”.
“La iniciativa supone no solo un cambio de lugar, si no que pretende revisar las formas y hábitos de trabajo, transformando el modelo actual, para mejorar las condiciones de trabajo y confort”
En los edificios proyectados se prestará una especial atención a la separación y gestión de los residuos; al aprovechamiento del agua de lluvia para el riego de jardines y llenado de cisternas; habrá limitación de caudal de agua en grifos; uso de cubierta vegetal para la reducción del efecto isla de calor en la parte superior de los edificios; se emplearán especies vegetales en espacios interiores; se reutilizarán elementos constructivos y ornamentales ubicados en otros edificios y depósitos de Metro, se hará uso de materiales reciclados en la estructura; se emplearán materiales con ecoetiquetado; habrá un gran número de aparcamiento de bicicletas y de motos, así como puntos de recarga de vehículo eléctrico; se emplearán los pavimentos exteriores porosos para filtración de aguas y acuíferos en el terreno; se seleccionará vegetación autóctona para reducir el consumo de agua en riego; habrá elementos de sombra en los jardines; se aprovechará la luz natural en el interior.
También, se tendrá en cuenta la ubicación de los puestos de trabajo con contacto visual con el exterior; control acústico en zonas de trabajo; control solar en fachada para evitar el deslumbramiento; monitorización de la calidad del aire; climatización con baja velocidad de aire para garantizar el confort; se elegirá de manera responsable los refrigerantes; se instalará alumbrado con baja contaminación lumínica; el diseño de escalera será abierta para el fomento de su uso y habrá itinerarios accesibles y señalización de accesibilidad en el edificio. Asimismo, se ha planificado la diversificación en tipologías de espacios de trabajo para dar alternativas a los empleados y fomentar la movilidad interna; zonas de descanso para empleados; zona de vestuarios de empleados para facilitar el uso de la bicicleta como medio de transporte; preparación de contratos de suministro de restauración con surtidos saludables y para alérgicos; y un largo etcétera que nos hace comprender a los niveles de detalle que ha llegado este proyecto.
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