La lucha contra la “basuraleza” ya cuenta con una aplicación propia

plasticos mar
Cristina Pérez

El ecosistema del campo, de los bosques e incluso del mar se ve cada vez más afectado por el abandono de basura que hacemos sobre ellos. Muchos de estos residuos acaban siendo imposibles de retirar y se produce una contaminación ambiental irrevocable. Las repercusiones de estas acciones pueden ser desde la destrucción de especies, así como la liberación de contaminantes nocivos para la salud dando lugar al desarrollo de enfermedades. Pero el problema más grave con la contaminación ambiental es la relación directa que tiene con el calentamiento global.

Entendemos contaminación ambiental como la presencia de componentes químicos, físicos o biológicos en el medio ambiente, que suponen un perjuicio para los seres vivos que lo habitan, donde también están incluidos los seres humanos. De hecho, son estos mismos los causantes principales de la contaminación por diversos motivos. Aunque las emisiones de CO2 o las extracciones de combustibles tienen un papel importante, es el uso masivo de plásticos y la mala gestión que hacemos con ellos cuando se convierten en deshechos.

Tras el comienzo de la pandemia y el cambio de nuestros hábitos, en España, el uso del contenedor amarillo aumentó los primeros meses de confinamiento un 15%, según un estudio de Ecoembes. Esto quiere decir que, desde entonces, el consumo de plástico ha aumentado. Por ejemplo, las mascarillas se convirtieron en un elemento a tener en cuenta para analizar el uso que hacemos de las cosas cuando ya no son útiles. Según un estudio de Environmental Science & Technology, nuestra sociedad está haciendo uso de 129.000 millones de mascarillas desechables cada mes. Estas podrían tardar 400 años en descomponerse si acaban en la naturaleza, porque no debemos olvidar que se trata de un objeto no biodegradable y muchas acaban contaminando hábitats naturales.

Bajo esa hipótesis, acudiendo al estudio llevado a cabo por las asociaciones Vertidos Cero y Paisaje Limpio, junto al proyecto LIBERA, se puede comprobar que el abandono de mascarillas en entornos naturales y públicos creció un 300% a lo largo de 2020.

Innovación tecnológica y recompensas de la app Basuraleza

Pero no solo abandonamos mascarillas, ya que la mala gestión de los residuos por parte de las empresas y los consumidores ha ido aumentando durante décadas. El Banco Mundial ya ha alertado de que la generación de residuos podría aumentar hasta un 70% para el año 2050.

Mientras el abandono de residuos sigue creciendo en el mundo, algunas iniciativas ciudadanas se congregan para liberar a la naturaleza del peso de los residuos humanos. Con esto, se pretende concienciar sobre la crisis climática en la que nos encontramos y la catástrofe que supone para el medio natural que habitamos.

Este es el caso del proyecto LIBERA, que nació en 2017 para frenar el impacto que la basura tiene en la naturaleza. Esta iniciativa surgió de la alianza entre la ONG ambiental decana de España, SEO/BirdLife, y Ecoembes. Desde este proyecto se han organizado batidas para recoger basuraleza en distintos puntos de España, sin olvidar ninguno de los tres ecosistemas: terrestre, marino y fluvial.

Ahora, el Proyecto LIBERA y las asociaciones Vertidos Cero y Paisaje Limpio han elaborado una aplicación gratuita para colaborar con las recogidas de basura. ‘Basuraleza’ es una aplicación pensada para concienciar y sensibilizar a la población de un problema que le rodea. Algunas de las herramientas que ofrece la plataforma es enseñar en qué contenedor va cada residuo o registrar los ya recogidos por el usuario. Esto último servirá de apoyo para realizar bases de datos sobre los residuos encontrados, como el ‘Barómetro de la Basuraleza’.

Además, se pueden conseguir recompensas y formaciones medioambientales con un programa de fidelidad. Mediante retos y recompensas, el usuario podrá ascender en el ranking para conseguir premios como un viaje a bordo del barco Toftevaag con la asociación Alnitak o una masterclass sobre microplásticos con la Asociación Hombre y Territorio.

Una sociedad desinformada y poco comprometida

A pesar de las fatídicas estadísticas, la sociedad todavía está muy lejos de comprometerse con objetivos de sostenibilidad y medio ambiente. Tal y como se refleja en algunas de las encuestas sociológicas más importantes, estamos más preocupados por cuestiones más individualistas y personales. Por ejemplo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) recoge algunas de estas cuestiones en sus formularios, viéndose en cada una de ellas que a los españoles nos siguen preocupando más el paro o la salud que el medio ambiente.

Por otro lado, en Europa, se pueden comprobar las diferencias con el compromiso climático entre unos países y otros. Mientras que Dinamarca, Finlandia y Suecia son los países europeos con poblaciones más informadas e implicadas en cuestiones medioambientales, los países meridionales y del este de Europa son los menos informados. Así se refleja en el estudio «La cultura ecológica de los europeos: percepciones, actitudes y comportamientos» presentado por Funcas.

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