José Luis Caseo Gimo.
José Luis Casero Socio Grupo Tempo Consultores y Asesores SL
Foto autor hombre
José Luis Roldán Ingeniero. Director de Operaciones Eco3Pro

Climatización ¿Por qué no sustituir las prohibiciones y limitaciones horarias por un control de la calidad del aire interior?

Calidad del aire interior.

Tiene sentido. Si un local, una oficina o un restaurante no ofrece unas garantías de calidad del aire para sus empleados o clientes, no debería abrir sus puertas. Pero si ha hecho sus deberes y dispone de una ventilación suficiente, medible en tiempo real y visible por el usuario, cliente o empleado, ¡abramos sus puertas de par en par! Ojo, sin miedo, ya que si los resultados son óptimos deberían saberlo nuestros clientes. Y si son mejorables… nosotros debemos saberlo y tomar las medidas oportunas para poder ser un lugar saludable.

El psicólogo estadounidense Abraham Maslow en su obra Una teoría sobre la motivación humana (1943), desarrolló un modelo que plantea una jerarquía de necesidades humanas, en la que la satisfacción de las necesidades más básicas da lugar a la generación sucesiva de necesidades superiores. Sin embargo, según Maslow, únicamente aquellas necesidades no satisfechas generan una alteración en la conducta.

Al poco de ser declarada la pandemia mundial, descendimos hasta el nivel de seguridad y protección, en el que nuestra principal preocupación es la seguridad física, de empleo, de recursos, de salud, familiar, moral y de propiedad privada.

También ha alterado nuestra forma de relacionarnos, incluso con las personas más cercanas y queridas. Esto es debido a que el miedo es subjetivo, y más cuando somos incapaces de visualizarlo.

Al maldito Covid-19 no lo vemos, ni da la cara tras contraerlo. Hemos sido conscientes de nuestra vulnerabilidad y la importancia de la salud. Por ello, nos hemos atrincherado en casa, donde nos sentimos seguros. Más que nunca, en casa hemos teletrabajado, estudiado, practicado deporte, cocinado, rezado… pero pronto, gracias a las vacunas y la inmunidad de rebaño, podremos volver a hacer todo lo que hacíamos con la tranquilidad de sentirnos seguros. Pero, ¿hemos aprendido algo respecto a la salubridad de los espacios y de la calidad del aire que respiramos?

Resulta fundamental que las empresas, medios de transporte, espacios deportivos, culturales y de ocio y todos los lugares de esparcimiento estén preparados para ofertar espacios de calidad y salud ambiental. Y, aunque no tengan un aparato que nos advierta directamente de la presencia de virus en el aire, deben contar con dispositivos que midan los parámetros de la calidad del aire, que tienen algo que decir en la transmisión aérea del virus: el CO₂ y el PM (material particulado).

A mayor concentración de CO₂, que expulsamos al respirar, peor es la ventilación de la estancia. Una simple medición nos permite saber si esa habitación está cargada de aire exhalado por otras personas o si está bien ventilada, lo que reduce drásticamente el riesgo de contagio.

Jose Luis Roldán, director de Operaciones Eco3Pro, empresa especializada en servicios de monitorización y control de calidad del aire, acentúa la importancia de medir no sólo el C02: «Medir CO₂ es una medida indirecta necesaria pero insuficiente, ya que el verdadero ‘medio de transporte’ de los patógenos (virus, bacterias, mohos…) es el material particulado (PM1, PM2.5 y PM10) que permanece en suspensión desde horas a semanas, en función del tamaño de la partícula”.

Estudios de la Universidad de Harvard[1] sustentan la afirmación de que un incremento de 1µg/m3 en PM2.5 está asociado con un aumento del 8% en la tasa de mortalidad por COVID-19.

Pero una cosa es mantener niveles de concentración de CO2 en un aula con ventanas practicables y mediante ventilación natural que, aunque sea incómodo en invierno, es totalmente recomendable y sin coste asociado; y otra cosa, son los edificios de pública concurrencia diseñados según el criterio de hermeticidad para ser energéticamente eficientes.

La directriz dada por las autoridades es la de aportar la mayor cantidad de aire exterior posible, forzando la ventilación mecánica. Es una propuesta eficaz pero ineficiente, por varios motivos:

  • La mayoría de los sistemas de climatización no están diseñados para trabajar en modo continuo con aporte del 100% de aire exterior.
  • Para mantener el confort en el interior, ese aire es impulsado, calentado, enfriado, expulsado de nuevo al exterior, con el correspondiente incremento en la factura energética. Se demuestra que, a partir de un punto, el incremento de ventilación apenas contribuye a la reducción del riesgo de contagio.
  • Por último, se aporta aire exterior sin saber la calidad del aire que aportamos, muchas veces perjudicial en entornos urbanos (presencia de NOX, SOX, O3, CO2, CO).

Para ser eficaces, proponemos, lo que cualquier decisión estratégica precisa: Informarse, medir, analizar, y tomar decisiones, gestión.

  • Medir: concentración de CO2 y material particulado y hacerlos públicos a los usuarios junto a un indicador de probabilidad de riesgo del 1 al 10, con un semáforo intuitivo y comprensible para los profanos;  la calidad del aire exterior que aportamos de aire exterior.
  • Gestionar la ventilación mecánica en función de dichas medidas. En función del aforo, habrá intervalos de tiempo donde no es preciso el gasto de energía para tener unos niveles de CO2 y PMX aceptables.

La implementación de dichas medidas proporciona tranquilidad y confianza en los usuarios del edificio, mayor productividad, retorno al trabajo presencial cuando se considere necesario, reducción del gasto operativo y contribución a la recuperación de la actividad económica de sectores severamente dañados como el ocio (teatros, cines) o el turismo (hoteles, restauración).

Existe la tecnología inalámbrica que permite su implementación y despliegue de forma inmediata con una inversión mínima.

Y empresas especializadas como Eco3Pro, que monitorizan los parámetros de la calidad de aire interior, analizan y traducen las conclusiones en recomendaciones de mejora y de fácil implementación para aquellos negocios que quieran garantizar la seguridad de su aire interior sin renunciar a la eficiencia energética.

No debemos caer en la misma piedra que muchas empresas y organismos, que han invertido cantidades importantes de recursos en soluciones no siempre efectivas (un filtrado excesivo ocasiona problemas en los sistemas de climatización, las lámparas UV-C instaladas son insuficientes y/o no iluminan el suficiente tiempo el aire en circulación, purificadores mal dimensionados y de calidad dudosa…).

Basta ya de actos de fé: mide, analiza y déjate asesorar por profesionales. Con la salud, no se juega ni improvisa.

[1] Xiao Wu– Exposure to air pollution and COVID-19 mortality – Harvard University 2020.

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