Son ya varios los meses que se lleva preparando el retorno a unas oficinas que, desde el pasado mes de marzo de 2020, quedaron vacías con motivo de la pandemia. Algo que toma más relevancia en estos momentos, cuando oficialmente todas las compañías están sopesando su vuelta presencial a la oficina, encontrándose ante un reto fehaciente: el modelo de oficina previo a la pandemia, sencillamente, ya no vale.
Volver a la oficina supondrá algo más que un reencuentro con los compañeros. El simple hecho de regresar conlleva compartir un espacio que identificamos con el desarrollo de un trabajo creativo. Por ello es importante reencontrase con él. En casa, teletrabajando, nos hallamos siempre entre las mismas paredes con las que convivimos el resto del día, y esto influye negativamente en nuestra productividad.
Compartiendo oficina, además de crear conexiones sociales y físicas, desarrollamos acciones que benefician a nuestra salud laboral
La creatividad y la innovación vienen del trabajo en equipo, colaborativo, de distintas personas aportando lo mejor de sí mismas, y eso se produce de una forma natural si el entorno lo permite.
El reto, más aún en tiempos de pandemia, es poder volver a una oficina segura, donde no tengamos que preocuparnos por aquellos factores externos que distraigan nuestra atención productiva. Si percibimos que nuestro entorno de trabajo está adaptado para convivir en esta nueva situación, estaremos sintiéndonos seguros en nuestro trabajo. Y eso, hoy en día, es ir un paso por delante. No todas las empresas han realizado este planteamiento para mejorar el bienestar de sus empleados, y la realidad indica que, si ellos se encuentran en un clima tranquilo y seguro, su trabajo se verá positivamente afectado. El momento tiene que ser ya.
¿Cómo acometer el reto de la vuelta a la oficina?
La respuesta está en tres claves: híbrido, flexible y dinámico. Así tienen que ser desde ahora los nuevos espacios de trabajo. Híbrido, porque el teletrabajo va a ser una opción y debe de poder responder a distintos aforos y tipos de reuniones y equipos. Los trabajadores no quieren volver a un bench convencional y el espacio para la compañía perderá potencial de adaptación, lo que conecta con la flexibilidad.
Por espacio flexible entendemos aquel que se adapta, tanto a que un trabajador cuente con una zona cerrada para mantener una conversación telemática, como una sala en la que puedan confluir elementos móviles digitales, o donde el espacio se adapte en función del número de personas o características de la temática que se va a tratar.
Por último, aparece el componente dinámico, donde por el contexto actual, tenemos que incorporar también la seguridad. Y es que una idea está clara: si en la oficina uno se siente seguro y tiene a su disposición, gracias a la planificación, la posibilidad de socializar para estimular la creatividad, manteniendo las medidas de seguridad, el trabajador se va a encontrar más cómodo en el desempeño de su tarea y esto se traduce en una mayor productividad. El espacio debe permitir ahora la interacción, la exposición de ideas, el intercambio, la utilización de dispositivos digitales que permitan colaborar e intercambiar impresiones, es decir, fomentar el dinamismo de los trabajadores.
Por todo ello, este es el nuevo reto al que se enfrentan las empresas con la vuelta a las oficinas. Los espacios antiguos, lineales, donde no hay margen para la creatividad, ya no deben existir. Los nuevos ambientes vienen de la mano de una distribución diferente, capaz de hacer sentir a los empleados más cómodos y productivos.
Expectativas sobre la “nueva normalidad empresarial”
Según el análisis global que han realizado expertos de Steelcase, desde el inicio de la pandemia, tomando una muestra de más de 32.000 trabajadores de diez países diferentes, exponía que todos ellos, por norma general, tenían ganas de volver. Con los datos en la mano, un 90% de las personas encuestadas quería reencontrase con sus compañeros en la oficina; aunque pudiendo mantener, al menos, una jornada de teletrabajo. Las conclusiones de este estudio advierten que nuestra forma de pensar ha cambiado, tanto para el desarrollo de nuestras funciones como dónde las llevamos a cabo.
Y es que está claro que el antiguo modelo de oficina que tenemos en la cabeza está en proceso de cambio. De hecho, el 24% de los trabajadores encuestados en todo el mundo espera que se produzcan cambios en las políticas de flexibilidad laboral presencial-telemática en las compañías. Una permuta que incidirá tanto en la estrategia empresarial como en el desarrollo laboral. Pues el futuro de los nuevos espacios se va a sustentar en cuatro principios clave, que son estos: la seguridad, la productividad, la inspiración y la flexibilidad.
En este cambio, las oficinas tendrán que disponer de nuevas características para favorecer los sistemas dentro de las organizaciones. La creación de las relaciones personales cambia como también lo hacen los espacios en una oficina. Espacios que se expanden y contraen en función de las necesidades de los equipos representan la flexibilidad necesaria de ahora en adelante.
Un nuevo escenario que contrasta con la situación actual de muchas empresas, que van a tener que acometer este cambio a marchas forzadas. Por eso, una estrategia en conjunto que tenga en cuenta tanto la identidad de la compañía como su negocio, además de por supuesto los recursos físicos de los que dispone, es primordial para que, en este nuevo tiempo, la empresa no se quede atrás, atrapada en el pasado. Esto último, desde luego, nadie se lo puede permitir.