Recientemente, habéis publicado la tercera edición de vuestra guía “Tecnologías para el ahorro y la eficiencia energética”. ¿Querría explicarnos el impacto que la tecnología tiene en la energía?
La tecnología y la energía están intrínsecamente ligadas, sobre todo cuando nos referimos a eficiencia energética. Estamos en un momento en el que tenemos grandes retos por delante, entre ellos la lucha contra el calentamiento global, y para ello la reducción de emisiones y el consumo de energía es clave. Ante este reto, y no lo decimos solo nosotros, lo dice la propia Comisión Europea, hace falta apostar por “Efficiency First” y para ello las tecnologías eficientes como las que se pueden encontrar en nuestra guía son claves. Según nuestros datos, nuestras tecnologías permiten un ahorro de en torno al 30% del consumo, lo cual es una excelente noticia y un gran aliciente para los consumidores finales que puedan elegir estas tecnologías y las empresas de servicios energéticos para ponerlas en marcha.
¿Cuáles son las claves de la tecnología para que sean el instrumento para conseguir el ahorro y la eficiencia energética?
A día de hoy, la tecnología ya ha demostrado que es el mejor instrumento para conseguir ahorro económico y energético y, por tanto, para mejorar la eficiencia. Lo que debemos conseguir ahora es la implantación masiva de estas tecnologías eficientes. Para ello, la regulación, que parece que empieza a ir por ese camino, tiene que allanar y facilitar el acceso de los consumidores finales a estas tecnologías. Pero las empresas y asociaciones como ANESE también tenemos un papel muy importante, sobre todo, a la hora de generar la seguridad y certidumbre de que estas tecnologías nos garantizan ahorros económicos, que, en muchos casos son muy importantes, y que también consiguen los objetivos de reducción de emisiones de CO2. Los consumidores domésticos y las empresas tienen que conocer estas tecnologías para perder los miedos y las reticencias a emprender este tipo de actuaciones en sus edificios o viviendas. Por todo ello, creemos que publicaciones como la Guía de ANESE son el mejor argumento para conseguirlo.
En nuestro país, ¿cuál diría usted que es el grado de implantación de la tecnología en el sector? ¿Qué hace falta para lograr maximizar el uso de las tecnologías?
Nuestro país está acometiendo grandes avances en el sector de la eficiencia energética, sin ir más lejos, los objetivos que nos hemos marcado desde el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) son muy ambiciosos comparados con algunos países. Sin embargo, tenemos mucho camino por recorrer, sobre todo, a la hora de solventar barreras que pueden hacer que este tipo de tecnologías no tengan una implantación masiva. Hablamos de regulación, por ejemplo, pero también de financiación. Los clientes finales deben conocer que una intervención de eficiencia energética en sus propiedades no quiere decir derrama en la comunidad de vecinos o fuerte inversión inicial. Hay modelos, como el modelo de servicios energéticos, que permiten a los usuarios disfrutar de la mejor eficiencia sin tener esos elevados costes iniciales.
Y para lograr maximizar el uso de la tecnología, es fundamental estandarizar y paquetizar soluciones tecnológicas ya consolidadas y reconocidas, además de conseguir agilizar los procesos y los tiempos. Todo ello permitirá a las ESEs y a los sectores adoptar dichas tecnologías.
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