La calidad del trabajo, el estrés de las personas y su nivel de concentración y de creatividad se ve muy influido por el entorno en el que realizamos esa tarea. Con la arquitectura saludable creamos las condiciones que garantizan que un espacio genere bienestar a las personas, en las tres dimensiones que definen la salud: física, mental y social. Para ello aplicamos una serie de indicadores que influyen directamente en cómo realizamos nuestro trabajo y que afectan a nuestra salud, nuestro estado de ánimo y nuestro bienestar general.
Uno de ellos es la ergonomía. Necesitamos contar con mobiliario ergonómico que nos permita estar cómodos y erguidos. Tener una silla con altura y brazos ajustables y regulación lumbar, para que el monitor esté a la altura de nuestros ojos, facilita la corrección postural y si además la mesa es regulable en altura, facilitaremos el trabajo de pie, evitando problemas lumbares y tensión cervical. Estando de pie cada cierto tiempo y dando pequeños paseos por la oficina, prevenimos problemas circulatorios y las consecuencias del sedentarismo.
El orden y la limpieza visual son otro de los factores importantes si hablamos de bienestar en el entorno de trabajo. Según se estudia en Neuroarquitectura, un espacio ordenado y limpio genera sosiego y favorece la concentración y la creatividad. No solo se trata de una cuestión estética o funcional, sino que tiene que ver con el bienestar mental. Para la mayoría, el orden es sinónimo de paz mental.
Pero el más importante de los indicadores de arquitectura saludable, es la calidad del aire interior (CAI), que afecta directamente a la salud de los trabajadores. Se calcula que el aire en el interior está, de promedio, entre 2 y 5 veces más contaminado que el exterior. Por eso, cuando hablamos del aire interior debemos tener en cuenta no solo la contaminación procedente del exterior sino la contaminación generada en el interior por la emisión de los diferentes materiales de construcción, productos de limpieza, equipos ofimáticos y nuestra propia actividad. Los principales contaminantes generados en el interior son las partículas finas y los Compuestos Orgánicos Volátiles (VOCs). Y la exposición prolongada a estos contaminantes provoca problemas de salud, como alergias, asma, fatiga crónica, infecciones respiratorias, enfermedades endocrinas o cardiovasculares.
Para mejorar la calidad del aire, es fundamental contar con un buen sistema de ventilación que permita la renovación constante del aire. Existen dos tipos de ventilación. La ventilación natural, que aprovecha las diferencias de temperatura de las fachadas, patios o cubiertas para generar corrientes que renuevan el aire interior, y que para que sea efectiva, debe ser cruzada, abriendo huecos a diferentes fachadas que induzcan estas corrientes. Pero cuando la contaminación o la temperatura exterior hacen inviable la ventilación natural, hay que instalar ventilación mecánica, idealmente de doble flujo con intercambiador de calor, que filtra el aire y evita pérdidas de energía, mejorando el confort térmico de sus ocupantes.
La calidad del aire interior (CAI) no solo tiene un impacto en la salud física, sino también en el rendimiento cognitivo y laboral. Lo demuestran varios estudios de diferentes universidades, como el de Harvard T.H. Chan School of Public Health (2016). En este estudio se duplicó la ventilación en unas oficinas, reduciendo los niveles contaminantes en el aire para ver cómo los cambios afectaban la función cognitiva de los trabajadores. Los resultados fueron concluyentes: los trabajadores que estuvieron respirando un aire de mejor calidad mejoraron su agudeza cognitiva, su memoria, la resolución de problemas complejos y la toma de decisiones, demostrando así la importancia de contar con aire de calidad.
Otro estudio realizado por la Universidad de Syracuse en el que los participantes estuvieron expuestos a niveles más altos de ventilación y, por tanto, a un aire más limpio en sus oficinas, mejoraron su rendimiento y productividad en un 11%.
En Galöw llevamos más de 20 años diseñando y transformando espacios de trabajo aplicando los estándares, criterios y tecnologías más avanzadas para garantizar el bienestar físico, mental y social de los trabajadores que los utilizan, además de su eficiencia energética y sostenibilidad.
Por ello, al aplicar los criterios de arquitectura saludable y neuroarquitectura al diseño de espacios de trabajo conseguimos aumentar la productividad y creatividad de los trabajadores, mejorar el compromiso con la empresa, reducir de bajas laborales y disminuir el absentismo y ausentismo laboral. En definitiva, la arquitectura saludable, además de mejorar el bienestar y la salud de las personas, genera rentabilidad en las empresas.