El último informe del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) nos lo deja bien claro: para abordar eficazmente el gran reto del cambio climático, es necesario que se reduzcan las emisiones mundiales en un 50% de aquí a 2030.
Desde distintas instituciones y sectores de la sociedad, se ha hecho un llamamiento urgente a la acción, en especial a los sectores de la construcción e inmobiliario.
Actualmente, la construcción y el sector inmobiliario en general son responsables del 40% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en todo el mundo. Para mantener una senda factible que limite el calentamiento global a 1,5 grados, las emisiones de estos sectores deben reducirse de manera significativa a nivel mundial, con el objetivo de lograr una disminución de alrededor de 2,5 gigatoneladas anuales en los próximos siete años.
Para lograr este objetivo, debemos centrarnos en la mejora de la eficiencia energética, la descarbonización de las fuentes de energía y medidas que aborden el carbono incorporado (construcción, deconstrucción, etc.). Es evidente que estas líneas de actuación suponen todo un reto, pero el sector será capaz de lograrlo si los agentes implicados se responsabilizan en encontrar soluciones y comprometerse con ellas.
El compromiso financiero es también crucial para avanzar al ritmo necesario si se quiere lograr el objetivo. Se requiere una inversión anual de 600.000-650.000 millones de dólares hasta 2050 para mejorar el actual parque inmobiliario, según un estudio de Systemiq. Y se prevé que el 80-90% de esta financiación debe proceder de fuentes privadas.
¿Cómo podemos entonces acelerar la velocidad de inversión hacia inmuebles con bajas emisiones de carbono? Primero, es necesario identificar los retos principales a los cuales se enfrentan los inversores hoy en día:
- Las señales políticas actuales, como los límites obligatorios de carbono, siguen siendo insuficientes, ya que los responsables políticos lo tienen difícil con los datos limitados que hay disponibles sobre construcción.
- El aumento de la demanda de edificios con bajas emisiones de carbono por parte de los inquilinos (primas de alquiler) y los prestamistas (financiación verde) no bastan por sí mismos para poder incentivar la descarbonización generalizada.
- Hasta la fecha, no ha existido un método europeo unificado que permita comparar la huella de carbono de los edificios, lo que ralentiza la evaluación comparativa de las bajas emisiones de carbono y las inversiones.
Para abordar los retos mencionados, Low Carbon Building Initiative (LCBI) ha desarrollado un sistema de certificación paneuropeo único que permite medir la huella de carbono de los edificios a lo largo de todo su ciclo de vida, con valores límite alineados con las trayectorias 1,5. La metodología se ha basado en la compatibilidad con marcos europeos e internacionales —Level(s)—, herramientas (CRREM) y estándares (RICS).
Esta metodología europea unificada, disponible públicamente en la página web del LCBI, simplifica la cuantificación y comparación de las huellas de carbono de los edificios, fomentando la descarbonización en todo el continente europeo.
Este sistema de certificación mundial actuará como una metodología unificada que permitirá comparar la huella de los activos e impulsar las señales de la demanda del mercado, destacando los activos ejemplares con bajas emisiones de carbono.
Lanzada en 2022 por los principales actores del sector inmobiliario en Europa (AXA IM Alts, BNP Paribas Real Estate, Bouygues Immobilier, BPI Real Estate, Covivio, Generali Real Estate, ICAMAP, Ivanhoé Cambridge, NSI, WO2), junto con la Association Bâtiment Bas Carbone, Low Carbon Building Initiative se centra, en primer lugar, en la nueva construcción: oficinas, residencial y hoteles. Su objetivo más amplio es abarcar todas las categorías inmobiliarias, poniendo el foco en edificios nuevos, rehabilitados y en uso.
Teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de los activos, el sistema de certificación LCBI evalúa el rendimiento de los edificios en función de tres indicadores que mencionamos a continuación:
– Carbono incorporado medido en kg CO2e/m² a lo largo de 50 años.
– Carbono operativo (basado en el consumo y las fuentes de energía) medido en kg CO2e/m²/año.
– Carbono biogénico almacenado (uso de materiales de base biológica) en el edificio, medido en kg CO2e/m².
Además, para definir el acceso a los tres niveles de la etiqueta (Estándar, Rendimiento, Excelente), cada uno de esos indicadores se califica en función de dos criterios: la exhaustividad del análisis del ciclo de vida y la consecución de los umbrales de emisión de carbono.
Esta innovadora matriz de clasificación fomenta la transparencia y permite comparar las huellas de carbono de los edificios. El sistema de certificación LCBI es un medio que sirve para situar la huella de carbono del ciclo de vida en el centro de la estrategia de los agentes inmobiliarios. Este ofrece múltiples ventajas para los propietarios de proyectos (ya que el LCBI funciona como una herramienta de diseño con bajas emisiones de carbono y para destacar edificios ejemplares con bajas emisiones de carbono) y para los inversores, dado que el LCBI proporciona acceso a datos coherentes y fiables sobre la huella de carbono de todo el ciclo de vida de los edificios, actuando como indicador fiable para la inversión.
Bureau Veritas, una compañía global francesa de servicios de ensayo, inspección y certificación, se ha establecido para ser el primer auditor del sistema de certificación LCBI. El proceso de certificación incluye dos etapas: la primera, durante la fase de diseño, en la que se emite un certificado provisional, y la segunda, donde la certificación final se concede una vez finalizadas las obras de construcción.