Los edificios inteligentes, impulsados por avances tecnológicos y enfoques sostenibles, están redefiniendo la forma en la que interactuamos con nuestros entornos construidos. La domótica va más allá de las aplicaciones que nos permiten regular la temperatura o la iluminación de una estancia desde el móvil; tal y como valoran los certificados de sostenibilidad como BREEAM y WELL, los edificios inteligentes también tienen el potencial de monitorizar y regular los consumos, aportando información en tiempo real que nos permite optimizar los recursos del inmueble y mejorar su eficiencia.
En este contexto, las metodologías como WELL y BREEAM se han convertido en guías esenciales para diseñar y construir edificios que promueven la salud, el bienestar y la sostenibilidad. La combinación de estos enfoques, aprovechando sus sinergias, puede ofrecer una experiencia del usuario excepcional y holística.
Para entender mejor estas sinergias, es necesario destacar las características que definen cada metodología. Por una parte, BREEAM es el decano de los certificados de sostenibilidad en el mercado inmobiliario. Lleva 33 años funcionando en 93 países y en España ha sido adaptado al idioma y la normativa de nuestro país por parte del Instituto Tecnológico de Galicia (ITG) desde el año 2010.
Su función principal es evaluar la sostenibilidad de los edificios desde un punto de vista holístico, es decir, planteando medidas vinculadas con la eficiencia energética, el ahorro de agua, los materiales utilizados, la biodiversidad del entorno, la contaminación que genera el inmueble o el bienestar proporcionado a sus ocupantes.
Por su parte, la certificación WELL es la primera del mundo orientada exclusivamente a fomentar la salud y el bienestar de las personas en el interior de los edificios. Aunque es más reciente, se trata de un sello prominente que tiene un impacto especial entre los edificios de oficinas y que, poco a poco, comienza a asentarse en el sector residencial.
A pesar de sus diferencias, ambas certificaciones comparten el objetivo de mejorar y garantizar el bienestar de los ocupantes de un edificio. La crisis climática nos obliga a poner el foco en la eficiencia energética y la reducción de emisiones de CO2, pero no podemos olvidar el impacto de los edificios en nuestra salud, ya que pasamos el 90% de nuestro tiempo en espacios cerrados, ya sea trabajando, estudiando o simplemente estando en nuestro hogar.
Sinergias clave entre BREEAM y WELL
Los edificios inteligentes se diferencian de los inmuebles convencionales en la inclusión de elementos tecnológicos innovadores que les permiten mejorar su eficiencia, la monitorización de sus consumos, la seguridad de sus instalaciones o su accesibilidad. Todas estas características son reconocidas por las metodologías de BREEAM y WELL, que exigen la implementación de medidas vinculadas a todos estos aspectos.
El vínculo entre salud y sostenibilidad crea un tejido más robusto y completo para los edificios inteligentes, ya que amplía sus características, al permitir que los ocupantes se beneficien de espacios que no solo son energéticamente eficientes y respetuosos con el medio ambiente, sino que también están diseñados para fomentar su salud y bienestar.
La doble certificación de los espacios de un edificio complementa y potencia aquellos aspectos que ambos sellos evalúan, aunque desde enfoques diferentes. Por ejemplo, las dos metodologías reconocen la necesidad de garantizar una correcta Calidad del Aire Interior (CAI), pero WELL se enfoca en estrategias específicas para mejorar la calidad del aire, mientras que BREEAM evalúa cómo las prácticas de construcción y operación repercuten en este aspecto. La combinación de ambos enfoques garantiza un ambiente interior saludable y sostenible. Otro punto coincidente es la preferencia por la iluminación natural frente a las luminarias artificiales. WELL prioriza el acceso de las personas a fuentes de luz natural y, al mismo tiempo, BREEAM ofrece especificaciones sobre el rendimiento óptimo de la instalación lumínica artificial. Combinar ambas perspectivas permite establecer un sistema lumínico equilibrado, saludable y eficiente.
El confort térmico y acústico son cuestiones fundamentales para garantizar el bienestar de las personas y los dos certificados exponen medidas similares orientadas a ofrecer espacios que puedan climatizarse de forma independiente y que estén correctamente insonorizados para evitar ruidos molestos. De nuevo, las principales diferencias en este punto están relacionadas con el enfoque con el que se espera alcanzar este resultado: BREEAM es más incisivo en la instalación de un adecuado aislamiento térmico y acústico en el apartado estructural y WELL se centra en el rendimiento y la obtención de parámetros vinculados con la sensación de confort del usuario.
La monitorización y la medición de parámetros térmicos, acústicos, energéticos y de calidad del aire interior se alinean con el propio fin de los edificios inteligentes, de manera que el uso de ambas certificaciones garantiza una experiencia más completa a los ocupantes y mejora el rendimiento del inmueble evaluado.
Beneficios para la experiencia del usuario
El uso de ambas certificaciones garantiza una experiencia más completa a los ocupantes y mejora el rendimiento del inmueble evaluado
Trabajar o vivir en edificios inteligentes aporta múltiples beneficios para el usuario, los cuales se multiplican si el inmueble cuenta con la doble certificación de BREEAM y WELL. En términos generales,
las personas estarán utilizando espacios sostenibles, respetuosos con el medio ambiente y con su propia salud, características que se ven maximizadas en un edificio que ha sido diseñado para operar de forma eficiente.
Las ventajas también abarcan aspectos económicos, ya que un edificio inteligente y sostenible es más eficiente y monitoriza sus consumos, lo que potencialmente reduce sus costes operacionales y aporta un considerable ahorro monetario en comparación con el gasto y las prestaciones de uno convencional. Esto conlleva también una revalorización del activo, ya que presenta características superiores a las de un edificio estándar.
Además, la salud física de las personas está garantizada en un entorno que monitoriza la calidad del aire interior para evitar la presencia de compuestos tóxicos en el aire como los COVs (Compuestos Orgánicos Volátiles, que están presentes en distintos tipos de revestimientos y barnices), preservar la salud visual gracias a una correcta iluminación, utilizar materiales naturales y saludables o instalar un equipamiento cómodo, como muebles y sillas ergonómicas.
Por último, tampoco hay que olvidar los beneficios para la salud mental de un espacio confortable desde el punto de vista térmico y acústico. De esta forma, se mejora la productividad en el espacio laboral y el descanso en la vivienda, evitando que el propio entorno sea el causante de trastornos relacionados con la ansiedad o el estrés.