Las oficinas de Monex tienen un nuevo hogar: la madrileña Torre Picasso. Un espacio con un cuidado diseño que no se olvida de la funcionalidad, la sostenibilidad o el uso de la tecnología para mejorar la eficiencia y el confort.
El grupo financiero confió en el estudio de arquitectura Arquid para llevar a cabo la misión que tenía en mente: adaptar las antiguas oficinas de la empresa para que se ajustaran a sus planes de expansión. No obstante, la evolución del proyecto exigió un cambio de rumbo cuando se dieron cuenta de que el espacio con el que contaban no iba a ser suficiente para conseguir sus objetivos.
Por ello, eligieron el piso 31 de la Torre Picasso como el enclave idóneo. En palabras del estudio de arquitectura, establecerse en este lugar ha sido «una decisión estratégica». Las vistas panorámicas que ofrece del emblemático Paseo de la Castellana «fomentan la inspiración» y son «una ventana por la que inyectar energía a los trabajadores y colaboradores».
En el proyecto, nominado a los Best Workspaces Awards, se hace uso de materiales locales y sostenibles. La madera ha ganado protagonismo, así como los materiales reciclados en elementos de falso techo e instalaciones. Por otra parte, se ha implementado el sistema KNX para el control lumínico, la monitorización de la luminosidad exterior y la conexión de la climatización al sistema BMS. Todo ello, con el ánimo de mejorar la eficiencia y la comodidad lumínica y térmica de los empleados.
Un «cruce de caminos» en la Torre Picasso
La metáfora del «cruce de caminos», simbolizando el punto de encuentro para el intercambio de ideas, es la que ha regido la concepción del diseño. A ella se llegó después de analizar la cuestión de cómo las relaciones laborales entre los distintos departamentos definían el espacio y la estructura organizativa.
De esta forma, tomó fuerza la idea de la intersección, «una confluencia donde los equipos de trabajo pueden congregarse y compartir ideas, mientras que también pueden trabajar de forma independiente».
Es en la intersección donde se encuentran las salas de reuniones, con vistas inspiradoras. También, la cantina, con colores enérgicos y elementos de ocio y juego (como una mesa de ping-pong o un columpio) que fomentan la interacción y la unidad en los empleados.
La curva es un elemento fundamental del diseño, y ha servido para suavizar los puntos de encuentro en el cruce de caminos y para definir los tabiques, el mobiliario y el falso techo.
En definitiva, en palabras de Arquid, las nuevas oficinas son, además de «un testimonio claro de la colaboración entre cliente y diseñador«, un espacio que «refleja los valores de la empresa, fomenta la productividad e inspira a los empleados».
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