El avance de la tecnología y una sociedad cada vez más concienciada con su entorno impulsan la apuesta por un futuro más sostenible. El impacto de estas fuertes tendencias sociales ha calado en todos los sectores, incluido en la movilidad.
En el caso concreto del transporte, la transición hacia la movilidad eléctrica se ha erigido como el camino a seguir para alcanzar el objetivo medioambiental. El uso de la electricidad es la medida estrella que se ha impuesto frente a otras alternativas como el gas u otros biocombustibles.
Las ventajas del vehículo eléctrico son innumerables e incontestables, sin embargo, existen todavía una serie de condicionantes que han impedido su establecimiento en el día a día de los conductores españoles. La promesa de su implantación en nuestra movilidad ha sido para muchos una quimera, pues desde hace años se promete que está próxima, pero nunca había llegado con la fuerza con la que lo hace ahora.
La presión legislativa sobre los coches de combustión, la inversión en infraestructuras y la aparición de soluciones para acceder a los eléctricos minimizan los puntos débiles de la alternativa eléctrica que tanto la habían penalizado hasta el momento.
Desde el Gobierno, según recoge el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, se marcaron el objetivo de que hubiera 250.000 vehículos de este tipo de circulación para el año 2023. El final es claro y, aunque se discuta sobre si es factible o no, no se puede negar que facilitará la transición. Una inversión potente y sostenida por parte de las administraciones y empresas para mejorar las infraestructuras actuales es su gran apuesta para conseguirlo. Ponen el foco en aumentar los puntos de carga para los coches eléctrico y en eliminar las barreras administrativas existentes que impiden agilizar la concesión de licencias y permisos para instalar estos puntos.
El Ejecutivo aspira a tener entre 80.000 y 110.000 puntos de recarga para el final del año 2023. Esta meta, sin embargo, se ha de matizar. Por un lado, la cifra aparece como poco realista si tenemos en cuenta que, según datos del barómetro de electromovilidad de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), para el cierre de 2021 en España había poco más de 12.000 puntos de recarga. Por otro, esta red de carga debe demostrar su efectividad no solo por incremento de puntos, sino por la elección en las localizaciones elegidas para que con ello garanticen una movilidad fluida en todo el territorio.
Para sumar a las empresas al objetivo de aumentar la red de cargadores, el pasado mes de mayo se aprobó el Real Decreto-ley 29/2021 para el fomento de la Movilidad Eléctrica, con el cual se estableció la obligatoriedad de instalar puntos de recarga de baterías de vehículos eléctricos de acceso público antes del 1 de enero de 2023. Todo esto con el objetivo de llevar a cabo la citada y necesaria aceleración de las políticas de movilidad sostenible para que nuestra red crezca hasta los 100.000 enchufes y esté presente en todo tipo de localizaciones y edificios públicos, más allá de las ya habituales gasolineras y estaciones de servicio.
En cuanto a la gran temida barrera de la autonomía, ya no parece un gran obstáculo para su uso diario. La distancia media recorrida al día en España en coche por una persona oscila entre los 23 y 46 kilómetros. El mercado español cuenta con unos turismos de gama media cuya autonomía oscila entre los 100 y 400 kilómetros tras una carga completa. Esta distancia puede crecer hasta los 600 kilómetros, pero solo en modelos de gama alta, mucho menos accesibles para el público general.
En esta adaptación de los conductores a la movilidad eléctrica, el papel de opciones como el renting ha aumentado su valor; principalmente la posibilidad que ofrece al conductor de unirse a esta nueva tecnología sin correr los riesgos de la compra. Además, reduce la barrera del precio que, aunque no es la más evidente, es la que había ahuyentado a muchos a lanzarse al vehículo eléctrico hasta el momento.
Este modelo de lo que entendemos como “pago por uso”, ya instaurado en otros ámbitos como el consumo de contenido audiovisual, ha calado especialmente entre unas nuevas generaciones más abiertas al cambio y las alternativas sostenibles. Así, solo en el año 2021 se duplicó el interés por los vehículos electrificados de renting, llegando a incrementarse un 86,6% la cuota de operaciones sobre este tipo de coche. Uno de cada tres coches eléctricos que se matriculan ya en España, lo hacen ya bajo la modalidad de renting.
En definitiva, los componentes que pueden garantizar que la movilidad eléctrica deje de ser una cuestión de futuro y pase a ser una realidad parecen estar alineándose. Las barreras tecnológicas se han dejado atrás gracias a los avances, la apuesta por las infraestructuras promete una mejora evidente y soluciones como el renting ofrecen el acceso al vehículo eléctrico que muchos conductores ansiaban. Pendiente queda la obligación de todos los agentes del sector de seguir concienciando e informando al conductor sobre las ventajas del coche eléctrico. De primeras puede causar reticencias, pero la estadística habla por sí misma: quien prueba un coche eléctrico, se queda con el coche eléctrico.